“Al cuarto para las doce”, el diputado Luis Donaldo Colosio Riojas se convenció de que un apellido no gana elecciones y que ir únicamente postulado por el partido Movimiento Ciudadano… ¡menos!

Por eso, en espera de lo que él mismo llamó como “un milagro”, no fue sino hasta en vísperas de que se venciera el plazo para el registro de alianzas y coaliciones que decidió no contender en el proceso interno de su partido por la candidatura al gobierno de Nuevo León, ante el senador Samuel García, al confirmar que no irían en alianza con el PAN.

Sin duda, Colosio Riojas confiaba en que en la interna derrotaría al hoy senador con licencia, pero sabe que ganar la gubernatura de Nuevo León está muy lejos de las posibilidades de su partido, Movimiento Ciudadano, y que no podía arriesgar a una dolorosa derrota el apellido de su padre por la ambición de aspirar a un cargo que sabía que sólo con una alianza tenía mayores posibilidades de obtener, y para el que, además, aún no tiene la experiencia, la madurez y ni la formación política necesaria.

En cambio, el ya precandidato emecista a la gubernatura, Samuel García, secundó el mensaje que su dirigente nacional, Clemente Castañeda, pronunció días atrás aquí en Jalisco, y aseguró que “sin alianzas, vamos más unidos”. A diferencia de Colosio Riojas, Samuel no tiene nada qué perder y sí mucho qué ganar.

¿Lo sucedido en Nuevo León, es un adelanto de lo que puede suceder en Jalisco? Esto es, que contra los deseos de su dirigente estatal, Ricardo Rodríguez Jiménez, para el proceso electoral 2021 no se consolide una alianza total o parcial con el Partido Acción Nacional. ¿O será que considerando que Jalisco es el único estado que gobierna Movimiento Ciudadano, no pueden darse el lujo de perder los comicios y derrotar desde adentro al aguerrido adversario del presidente Andrés Manuel López Obrador, su líder político Enrique Alfaro Ramírez?

Y es que Movimiento Ciudadano puede no ganar la gubernatura de Nuevo León o perder el registro en Coahuila -como ya sucedió-, pero ser derrotado en el estado que gobierna y que eso suceda a manos del partido lópezobradorista Morena, es algo impensable y, quizás, imperdonable. MC tiene el poder en Jalisco y lo ejercerá para ganar la mayoría de las diputaciones federales y locales, así como presidencias municipales. No puede ceder ni un centímetro.

Por eso, y quizás hasta por supervivencia del PAN, es que a diferencia de Nuevo León, Movimiento Ciudadano mantenga vigente la alianza y los acuerdos que sostiene con Acción Nacional, o concretamente con el grupo que controla el partido, que no es precisamente el que está al frente de la dirigencia estatal.

Y no lo digo por demeritar la figura de su dirigente Pilar Pérez Chavira, sino porque han sido ya varias veces que este grupo que tiene el control del partido actúa contra las indicaciones de sus propias dirigencias, nacional y estatal, para beneficiarse de la alianza que sostiene con el alfarismo. “Administrar la derrota”, le llaman sus propios correligionarios.

Por lo pronto, la incertidumbre y la confusión siguen reinando en el aire naranja, luego de los mensajes contradictorios que en su pasado Consejo Estatal pronunciaron su presidente nacional, Clemente Castañeda, y su dirigente estatal, Rodríguez Jiménez, en el que mientras el primero rechazó cualquier alianza local con los partidos que “ya le fallaron a México” -entiéndase PRI y PAN-, el segundo dejó abierta la puerta para una posible negociación y acuerdo, no con el PRI, sino con el partido en el que militó durante varios años, Acción Nacional.