No hay duda que el candidato -disfrazado de “pre”- del Partido Movimiento Ciudadano a la presidencia municipal de Zapopan, Pablo Lemus Navarro, anda desorientado en su discurso ante los supuestos “simpatizantes” con los que se reúne, pues con la consigna de satanizar y denostar a los políticos, no repara en arremeter incluso en contra de quien le regaló la candidatura, Enrique Alfaro Ramírez -quien se la puede quitar para entregársela a otro aspirante, como se asegura cada vez con mayor fuerza en los corrillos políticos-, y demás integrantes de la corriente alfarista.
Visitante asiduo de colonias populares, con lo que pretende engañar por una supuesta preocupación por los que menos tienen -y a los que nunca volteó a ver cuando fue dirigente del sindicato empresarial-, Lemus Navarro hoy se presenta como el principal detractor de los políticos profesionales a quienes culpa de todos los males de Zapopan, de la zona metropolitana, del estado y del país, con quienes, sin embargo, como presidente de la Coparmex se alió, se “codeó, convivió y hasta festejó en sus ocurrencias como la multicitada mentada del Banquete del Hambre.
Según Lemus -como no pocos alfaristas-, los políticos de Jalisco y de México son los responsables de la pobreza, la marginación, la corrupción que impera en todos los rincones, y que “ciudadanos” como él son la “salvación” de todas las desgracias y problemas que padecen los jaliscienses y zapopanos… aunque su capacidad e inteligencia sean bastante cuestionadas para ello.
Para Lemus, los políticos son una desgracia para Zapopan, Jalisco y México, pero nada dice de las corruptelas en las que sus homólogos empresarios participan con el poder político para enriquecerse o crecer su fortuna. Guarda silencio sobre las conductas reprobables y poco honestas de empresarios que ganan millones de pesos gracias a su complicidad con el poder político que les otorga pagos millonarios sin que haya contratos de por medio, como el caso de quien lo sucedió en la Coparmex y que su ahora acompañante regidor del Partido Movimiento Ciudadano, Augusto Valencia, denunció ante la Auditoría Superior del Estado.
En el comunicado de prensa que el equipo de Lemus envió con fecha del 30 de enero -y que no es más que un “refrito” de otros ya enviados-, se pone en boca del aprendiz de político -lo es en el momento en que acepta como regalo una candidatura y actúa como candidato-, la siguiente frase:
“Zapopan necesita más ciudadanos y menos políticos, es por eso que decidí participar activamente en la vida pública de mi ciudad”.
A Lemus, sus asesores deberían recordarle que los políticos que hoy condena y denosta son aquellos con los que se toma fotografías y celebra estar a su lado, como Macedonio Tamez Guajardo, ex alcalde panista y quien quiere continuar siendo político ahora que busca ser diputado federal por el distrito 10; Clemente Castañeda, su coordinador de campaña,  diputado local que aspira mantenerse como político ahora como diputado federal; Ismael del Toro, alcalde de Tlajomulco y aspirante a continuar su carrera política como diputado local; Salvador Caro Cabrera, quien tiene una larga carrera como político, primero en el PRI y ahora en el partido naranja, habiendo sido ya diputado, hoy regidor y seguramente mañana otra vez diputado; Salvador Zamora Zamora, de carrera política en el PRI, hoy diputado local por el PMC y que espera seguir mañana como político en San Lázaro.
Político es el ex panista, ex secretario general del PAN, y hoy diputado pemecista Ricardo Rodríguez, quien quiere mantenerse como político en la planilla del propio Lemus como candidato a regidor; politica es Fabiola Loya, hoy diputada local y que seguirá siendo política como candidata a ser regidora también en Zapopan.
Ni qué decir de la extraordinaria carrera que como político tiene el “gurú” de los alfaristas: Enrique Ibarra Pedroza, de amplia y conocida carrera política en el PRI y que, además, la hizo al lado de conocidos políticos priistas que le abrieron camino en la política. Sin desconocer que fue coordinador en Jalisco de la campaña de otro político profesional, como Andrés Manuel López Obrador.
Y si de políticos se trata, Lemus debe tener en mente la figura de quien le regaló la candidatura: Enrique Alfaro Ramírez, ex militante del PRI por muchos años y de quien fue su candidato a la alcaldía de Tlajomulco, donde finalmente fue regidor; diputado por el PRD y candidato otra vez al gobierno de Tlajomulco, que gracias también al PT, ahora sí logró ganar, lo que le permitió, incluso, hacerse de la franquicia del partido que hoy lo postula -a Lemus- para Zapopan.
Vamos, el propio Alfaro se encargó de presumir su carrera como POLITICO en el documental que presentó en la Plaza de los Fundadores y al que asistió el propio Lemus.
Pablo Lemus debería de tener en mente lo que Alfaro argumenta para justificar el que sea un político profesional: “El ser ciudadano no significa no ser político”.
No pido que Enrique Ibarra le dé unas lecciones de política a Lemus, porque la verdad estimo en demasía a un político profesional como el oriundo de Tototlán que no se merece ese castigo ni esa pérdida de tiempo, a sabiendas de que él no tiene la culpa de que “con esos burros tengan que arrrear”.