Por Hugo Luna
Transcurren los días y los aspirantes a presidir los ayuntamientos de la zona metropolitana, algunos, no todos. Dibujan en ocurrencias o rayan en la chabacanería con su dizque propuesta de gobierno municipal.
Particularmente cuando se tratan temas relacionados con el desarrollo de ciudades más atractivas y competitivas, es decir confunden los ámbitos, se les hace bolas el engrudo.
Lo que deben comprender los futuros alcaldes, es del divorcio que prevalece en sus respectivas ciudades, entre cómo vivimos; con una distribución territorial inadecuada de desarrollos de vivienda e infraestructura y servicios ineficientes y escasos (en la periferia de la zona metropolitana).
Su entorno económico cada día más adverso; el no gozar de un marco jurídico y políticas de desarrollo económico municipales con el propósito de: crecer y desarrollar articuladamente la economía local para generar empleos y fomentar a la competitividad regional y nacional.
Las actuales administraciones municipales se caracterizan por ser gobiernos débiles, reprobados por sus comunidades, y con nulo desarrollo institucional, sumándole las conurbaciones intermunicipales sin coordinación, ni visión de largo plazo.
Urge, que los cabildos metropolitanos acaben el marco legal restrictivo e inhibidor del desarrollo municipal a uno predominantemente de fomento.
Los riesgos que representa ser un municipio atractivo son: el deterioro social y económico. En contraparte ser una ciudad competitiva, atraen inversión, fortalecen su vocación actual y diversifican la economía local. Tienen capacidad de generar empleo estable y creciente, Ofrecen una mejor calidad de vida a quienes la habitan e incluso una mayor cohesión social.
Que este sea el inicio del rediseño del municipio como organización política para enfrentar los retos del presente y del futuro.