Julio César Hernández
¡Ah, qué nuestros diputados!
Escrupulosos para enjuiciar a quienes los precedieron en el cargo, los actuales legisladores se aventaron la “puntada” de contratar a la empresa Rusell Bedford para que auditara a la pasada Legislatura ante la denuncia pública de que habían efectuado un “cochinero” en el manejo de los recursos financieros.
Claro, esta auditoría la encargaron al mismo tiempo que los actuales diputados se sumían en un enorme desorden administrativo que tenía que ver también con los pesos y centavos, y que terminaron con la renuncia del secretario general Carlos Corona Martín del Campo.
Pero ya “embarcados” con la auditoría, los legisladores no podían dar marcha atrás y la dejaron seguir, al tiempo en que se quedaban sin dinero para cerrar el presente año. Y llegó el tiempo en que la auditoría concluyó y la empresa entregó los resultados, se supone que a cada uno de los coordinadores de los partidos políticos representados.
¿Y qué vino después? Que uno de ellos (sospéchese de Roberto Marrufo, José María Martínez, Raúl Vargas López y Enrique Aubry) “filtró” al periódico “Püblico” una copia (el matutino revela que la tiene en su poder) de toda la auditoría, quién sabe con qué propósito. Y el resultado lo conocemos antes de que oficialmente los diputados que la solicitaron lo dieran a conocer.
¿Qué seriedad es esa, señores diputados?
¿Y luego qué? ¿Qué van a hacer con esta auditoría si por sí misma, ya lo dijo el diputado Vargas López, no tiene valor jurídico alguno? Se la van a entregar entonces a la Auditoría Superior del Estado, ¿y? ¿Qué van a hacer con ella? Lo más serio que esperamos ee haga es que se actúe contra quien resulte responsable de presuntos ilícitos, porque de otra manera será pura faramalla.
¿Y quién será el valiente de los actuales diputados que lance la primera piedra y presente la denuncia correspondiente? ¿Acaso uno del PRI? ¿Y lo dejarán? ¿Acaso uno del PAN? ¿Y lo dejarán? ¿Acaso uno del PRD? ¿Y querrán? ¿Acaso uno del Verde? ¿Y se atreverán?
¡Vamos, hombre! Satisfecho el morbo, el resultado de la auditoría no tendrá valor alguno -y se habrán tirado varios miles de pesos que se pagaron por ella- si no se dan nombres y apellidos de los presuntos responsables de las irregularidades y los presuntos ilícitos; no servirá de nada si no se castiga y sanciona a nadie.
Pero no habrá nada de eso porque todo quedará igual. Y si no, al tiempo.