Por Hugo Luna


Una cuarta parte del presupuesto público de la Federación va a Educación. Son cientos de miles de millones (13 mil millones aproximadamente) que implican que no hay otro rubro donde hagamos mayor esfuerzo. Aun así, nuestra inversión no llega al 8 por ciento del Producto Interno Bruto.

Es del conocimiento de la población que la calidad de la Educación en México no es óptima. El desarrollo de los pueblos depende en gran medida de su nivel educativo.

Jalisco no se queda atrás en el tema; la pesada carga del mantenimiento del sistema educativo básico; ahora 46 de cada 100 pesos se destinan al mantenimiento de un sistema educativo compuesto por casi de 1.6 millones de alumnos de Educación preescolar, primaria, secundaria y técnica; para el mantenimiento de más de 11,500 escuelas y el pago de unos 66 mil maestros y trabajadores administrativos.

Ya sabemos cuánto gasta el gobierno del estado en Educación. Ahora, ¿cómo lo gasta? Los datos muestran un pésimo uso del dinero. El dinero de los contribuyentes no se traduce en un sistema educativo de calidad, al contrario. Los números hablan de un sistema público mediocre, que se refleja, entre otros indicadores, en que el promedio de Educación de los jaliscienses (7.6 años) es de segundo de secundaria, cuando el del Distrito Federal o Nuevo León corresponden 10.4 y 9.7, respectivamente.

Las tasas de deserción, reprobación y atención a la demanda, en promedio, ubican a Jalisco a la mitad o a la cola de los estados del país, con excepciones notables. La escuela secundaria en Jalisco es un desastre: hay espacio para 89 de cada 100 jóvenes egresados de primaria, pero 25 por ciento reprueban y 30 por ciento no terminan ese ciclo escolar.

Lo peor de todo es que la actual Administración estatal no tiene un plan de qué hacer con la Educación en Jalisco. Es urgente una reforma del sistema educativo y ahora la discusión está en el teatro de la farsa y lo absurdo. Sabemos que es estratégica, pero no tenemos estrategia.