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Julio César Hernández
¿Cuál pronunciamiento en contra del Macrobús tendrá más peso para el gobernador Emilio González Márquez: el manifestado por 44 mil tapatíos a través de las firmas que se asegura recabó el Comité Municipal del PRI en Guadalajara o el del cardenal Juan Sandoval Iñiguez?
Digo, porque con tan solo 24 horas de diferencia se dieron una y otra y ambas debieron de haber sido conocidas por las autoridades estatales, particularmente el Mandatario estatal y el director del Siteur, Diego Monraz Villaseñor.
El cardenal Sandoval advirtió que el paso del Macrobús por la avenida Alcalde dañaría la estructura de la Catedral de Guadalajara y de otras iglesias más de la zona.
En su momento, Monraz Villaseñor menospreció el ejercicio del priismo tapatío y consideró innecesario la aplicación del plebiscito sobre la construcción o no de la Línea 2 del Macrobús, porque la decisión de hacerla ya estaba tomada. Inclusive, acudió a las oficinas del tricolor en Galeana y Miguel Blanco y además de conocer los formatos en los que se levantaba la consulta, dejó por ahí algunos papeles para conocimiento de los dirigentes.
¿Qué hará ahora Diego Monraz? ¿Menospreciará la declaración del Cardenal? ¿Acudirá al Arzobispado para conocer la versión estenográfica de lo dicho por el Prelado y le dejará los papeles que dejó en el PRI?
Quizás si el dirigente priista en Guadalajara, Eduardo Alamguez, hubiera ido antes con el cardenal Sandoval Iñiguez y le hubiera pedido que manifestara públicamente su postura, se hubiera evitado la “fatiga” de recoger firmas. Aunque, claro, podrá sentirse satisfecho de que con su opinión, el Cardenal le dio una “ayudadota”.
Y de paso, el Cardenal le dio el “espaldarazo” a las próximas administraciones municipales al pronunciarse a favor del Tren Ligero como solución al problema del transporte.