Por Hugo Luna

Lo que faltaba en la polémica generada por el cambio de placas vehiculares. El Cardenal Juan Sandoval Iñiguez le otorgó su bendición a este hecho. Aprovechando la celebración de 50 años de sacerdocio entre empresarios, políticos, familiares, sacerdotes, religiosas y colados ahí el prelado se voló la barda con sus puntadas.

Con sus expresiones “Yo no quiero aprobar ni reprobar” abona al repudio popular al canje de placas; Sandoval Iñiguez quien se caracteriza por su falta de sensibilidad; una vez más se convierte en cómplice de las fechorías del Gobierno estatal.

La sociedad cada día es más critica, propositiva y activa, ya no se queda pasiva ante decisiones que adolecen del apoyo de las mayorías.

El gobierno de Emilio González y su gente no entiende que antes de anunciar cualquier ejercicio colectivo debe ser consensuado. Son hechos del pasado cuando las autoridades actuaban y decidían unilateralmente.

Y es así como siguen actuando, Emilio González se jacta de ser un gobernante incluyente, tolerante y democrático. La clase política de la entidad ha encontrado en la persona del Cardenal Sandoval a un aliado perfecto, el mismo que legitima las acciones de gobierno en cada una de sus homilías dominicales.

Cada día el binomio gobierno e iglesia (jerarquía eclesiástica) reproducen aquellas estampas medievales, mismas que reseñaban actos de corrupción, complicidades y homicidios.

Nos queda claro que el Arzobispo Sandoval se perfila diariamente a ser un personaje impopular entre sus fieles al igual que su socio en turno; Emilio González Márquez.