Gilberto Pérez Castillo

Desde aquella comida del 24 de enero en la que se dejaron ver Emilio González Márquez y Francisco Ramírez Acuña en la Estancia Gaucha, algunas voces dentro del equipo del actual Gobernador han afirmado que entre los grupos que encabezan estos dos políticos panistas existen acuerdos para ir juntos en proyectos y en decisiones fundamentales del panismo jalisciense.

Entre estos acuerdos, señalan, estarían las candidaturas para las alcaldías de Guadalajara y Zapopan y la renovación de la dirigencia estatal del PAN.

Sin embargo, la realidad demuestra que desde el equipo emilista durante las últimas semanas se revivieron las hostilidades en contra de Eduardo Rosales Castellas y Jorge Salinas Osornio, los principales operadores de Ramírez Acuña.

Curiosamente ese reinicio de las confrontaciones se da con posterioridad a la difusión en los medios de comunicación de que el ex Secretario de Gobernación había enfrentado severamente al Coordinación de Innovación Gubernamental, Herbert Taylor Arthur, durante una comida celebrada entre ambos grupos panistas.

Desde el lado del Gobernador se ha promovido que panistas de varios municipios del estado, incluidos alcaldes, denuncien públicamente anomalías sucedidas durante la elección de consejeros estatales con la intención de impedir que se lleve a cabo la convención del próximo domingo 16 de marzo, en la que tendría mayoría Eduardo Rosales para reelegirse.

También desde el lado emilista se ha difundido la versión de que el equipo del Gobernador no va en acuerdo con Jorge Salinas Osornio para la candidatura por la alcaldía de Guadalajara, sino que elegirán a su candidato entre Rodolfo Ocampo Velázquez y Antonio Gloria Morales.

Ante esta últimas decisiones surge dos preguntas:

¿El equipo del Gobernador no le hace caso y cada quien anda por su lado?, o

¿Los acuerdos con Francisco Ramírez Acuña ya están rotos definitivamente?