El PRI, que paradójicamente ganó este año la Presidencia de la República y el Gobierno del Estado de Jalisco -luego de 12 y 18 años de estar fuera de esos espacios de poder-, es un partido en crisis electoral.
El PRI consigue menos votos de una elección a otra de manera sostenida. No obstante lo anterior, el priismo ha contado con la ventaja -en el caso de Jalisco sobre todo en el 2009 y el 2012- de que el PAN se desplomó electoralmente en estas dos ocasiones, después de muchos años de desgaste por ejercer el gobierno.
Dicho de otra manera: el PRI en Jalisco -desde 1995. no ha ganado elecciones en la entidad, es el PAN el que las ha perdido en sus diferentes momentos de desgaste.
El PRI, para explicar lo anterior, carece de una identidad positiva ante los electores mexicanos y jaliscienses. Es decir, no es posible identificar características positivas que puedan explicar cómo son los gobiernos del PRI o qué gana la ciudadanía si vota por el PRI. Sin embargo, en las últimas elecciones, el PRI ha sido el partido “que le puede ganar al PAN”, y por lo tanto ha servido de herramienta para los electores a la hora de ejercer el voto de castigo contra el panismo.
Dicho de otra manera, el PRI gana las elecciones porque la gente quiere votar contra el PAN, no porque quiere necesariamente votar por el PRI.
Tanto el PAN como el PRD sí tienen una identidad clara ante el electorado. En el caso del primero, por experiencia, los jaliscienses saben que los gobiernos panistas significan una visión conservadora, con una clara influencia católica, en cuanto al tratamiento de los asuntos del gobierno y de la manera como éstos enfrentan los temas de las libertades individuales. En el caso del PRD, por lo que han hecho en la Ciudad de México, se puede decir que los gobiernos perredistas significan subsidios a las capas más necesitadas de la población y un tratamiento más liberal de los derechos individuales; es decir, aceptación del aborto y de los matrimonios entre personas del mismo sexo, entre otros temas.
Sin embargo, el PRI no tiene ese tipo de identificación con el electorado. Lo peor para el PRI, sí tiene una identidad negativa clara: corrupción, fraude electoral, deuda pública y dinosaurismo.
Por lo anterior, el gran reto que tienen los priistas que está regresando al poder presidencial y del gobierno de Jalisco es darles rápido y con toda claridad una identidad a los gobiernos priistas y conseguir un número de votos de ciudadanos que quieran apoyar esa identidad partidista, si es que se quieren conservar en el poder.
De lo contrario, los priistas podrían estar enfrentando muy pronto (en el 2015) su primer gran crisis después de haber regresado al poder; y el el 2018 podría estar entregando de nueva cuenta el poder al PAN o a candidatos electos de las izquierdas.