Se acabó el margen de maniobra que hace apenas unas semanas presumió públicamente que existía el gobernador Enrique Alfaro Ramírez para hacer frente a la pandemia, y ayer anunció una nueva edición de aquel “botón de emergencia” o “botón rojo” como muchos le llamaron popularmente, pero que para “amortiguar” la percepción ciudadana decidió llamarlo “Período de contención”.

La verdad es que a los jaliscienses poco les importaba si la Ciudad de México u otras entidades estaban peor que Jalisco, pero sí era creciente la preocupación de que el número de contagios y muertes por el Covid-19 creciera de manera alarmante sin que las autoridades reaccionaran con mayor rigor ante la irresponsabilidad e inconsciencia de un gran número de personas que seguían actuando y conduciéndose como ni sucediera nada.

Los últimos días de la semana pasada fue alarmante el número de muertes difundidas oficialmente, aunque se sabe que son hasta tres veces más, según la voz de los expertos y especialistas, que las reportadas por los gobiernos. El domingo 13 el número de muertos oficialmente fueron 34; dos días después se llegó al mayor número de muertos reconocidos: 60; el viernes 18 fueron 47 y el sábado 19 se llegó a 43, para repuntar un día después y registrar en un solo día medio centenar de fallecidos por Covid-19.

En estos días se rebasaron ya los mil contagiados confirmados en sólo 24 horas…. y la cifra no baja cada día.

Ante este panorama, al gobernador Alfaro Ramírez ya no le quedó otra que hacer a un lado sus interesados comparativos con lo que sucede en la capital del país -donde están en semáforo rojo-, y concentrarse en aplicar medidas que, efectivamente, contengan el incremento de contagios y, por ende, el número de fallecidos. Y la única salida era implementar nuevamente el “botón de emergencia”, maquillado y rebautizado.

Ante el aumento en el número de contagios y fallecidos, cualquiera hubiera apostado que la aplicación de la nueva edición del “botón de emergencia” se aplicara ya, pero en víspera de la Nochebuena y Navidad había que dejarle a la economía estatal la posibilidad de recuperar algo de lo perdido y de lo que se perderá del 25 de diciembre al 10 de enero, cuando estará en vigor el Período de Contención.

Pero lo que más preocupa en estos días -y basta platicar con médicos de los hospitales Covid-, es la falta de transparencia en los números de contagiados y muertos, pues quienes tienen la responsabilidad de atender a los enfermos saben que las cifras oficiales que se reportan al público no son las reales, que la situación es mucho peor que lo que se difunde y que ante la inconsciencia ciudadana y la falta de capacidad de respuesta de las autoridades, los riesgos de contagio y de muerte, inclusive, al que ellos se enfrentan día a día crece cada vez más.

Y este escenario no es el más adecuado para seguir alentando, desde las esferas del poder, el regreso a clases presenciales a partir del próximo 25 de enero. Lo más seguro es que todo quedará en una mera pose mediática y esta descabellada idea no será una realidad.

Así, pues, ojalá y estos días del “botón de emergencia”, segunda edición, las autoridades decidan asumir una actitud y una posición más severa ante la ciudadanía y no pretender dejar en ésta toda la responsabilidad de cuidarse, porque ya sabemos que hay mucha gente que sigue sin creer o que ante el optimismo y la actitud triunfalista de las autoridades, que al mismo tiempo autorizan la apertura de lugares de alta concentración, consideran que de veras la pandemia está bajo control.

Y si a esto le sumas que, por un lado, el presidente de la República se empeña en no utilizar el cubrebocas y, por el otro, que el gobernador del Estado concurre a lugares públicos y concurridos a desestresarse con unas rebanas de pizza y unos güisquis, pues entonces creen que el riesgo y el peligro ya es cosa del pasado.