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Gilberto Pérez Castillo
De manera unilateral, como ha sucedido en todos los frentes de batalla que tiene abiertos, el gobernador Emilio González Márquez ha decidido sostener una mala relación con los alcaldes priistas electos de Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque y Tonalá.
El abrupto anuncio del inicio de la Línea 3 del Tren Eléctrico -que ha sido una bandera de Aristóteles Sandoval, Héctor Vielma, Miguel Castro y Antonio Mateos-, la decisión de que ésta vaya a Tlajomulco donde gobernará el PRD, el arranque acelerado de la construcción de la ruta 2 del Macrobús para evitar que los nuevos alcaldes le negaran o condicionaran los permisos correspondientes y su resistencia a coordinar con los nuevos presidentes municipales temas como los Juegos Panamericanos y la Villa Panamericana, son algunos botones de muestra de la actitud que tendrá el gobernador panista con los próximos alcaldes priistas.
Además, las opiniones y los comentarios despectivos que ha hecho el gobernador en privado, en relación a los presidentes municipales priistas electos de la zona metropolitana, hablan de una actitud de desdén y animadversión hacia quienes serán los alcaldes de la zona más poblada de Jalisco.
Esta inútil batalla que ha emprendido Emilio González se suma a otros frentes que tiene abiertos su grupo político con el grupo mayoritario de su propio partido, con el Consejo de la Judicatura, con los opositores al Macrobús y con la Universidad de Guadalajara.
Parece ser que a Emilio González y a su equipo en el gobierno no les cae el veinte de que con su obsesión por los pleitos inútiles y por sus posiciones sectarias, quien pierde es la población y no a quienes consideran sus enemigos políticos.