Nadie hubiese apostado porque algún día veríamos una imagen como la que acompaña a este texto y que fue compartida por el gobernador Enrique Alfaro Ramírez en su cuenta de Twitter: el presidente Andrés Manuel López Obrador abrazándolo, no en cualquier lugar sino nada menos que en la presa de Temacapulín, que tiene un significado político por la posición guardada por ambos sobre la continuación o no de esta obra que, ahora sí, parece que será concluida.

Guardando toda proporción, bien podríamos parafrasear y llamarlo: el “abrazo de Temaca”.

Un abrazo que, sin lugar a dudas, tiene un gran significado político porque envía el mensaje de que las rencillas, la confrontación, el pleito y la disputa del gobernador Alfaro Ramírez en contra del presidente López Obrador, del gobierno federal y de la 4T llegó a su punto final. Si desde aquel 14 de febrero del 2021, cuando el Mandatario estatal acudió a Palacio Nacional, ya sospechábamos -y confirmamos con el paso del tiempo- de que su postura frente al lópezobradorismo había sufrido un cambio de 180 grados, hoy ya no hay duda alguna.

Se entendió de que “no se debe de pelear con el cocinero”, pero más concretamente: Nunca un gobernador debe pelearse con el presidente de la República. Bien dicen, y menos en estos menesteres, que “nunca es tarde”.

Observar la mano derecha del presidente sobre el hombro del gobernador tiene muchas interpretaciones, las que cada quien quiera. Pero lo menos que podemos entender es que el mensaje de López Obrador es de que ya nunca más una actitud o postura de confrontración de Alfaro en su contra. Quizás su relación no sea como la que lleva con el otro gobernador de Movimiento Ciudadano, Samuel García, de Nuevo León, porque éste nunca se le confrontó y siempre ha tratado de mantener una relación con la que le pueda sacar provecho para el bien de su gobierno, pero de que ya no habrá más desplantes como los que vimos durante poco más de dos años, desde aquel manifiesto desde la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, eso que no quepa duda alguna.

Habré que ver también si esta buena relación que se mantiene ahora con Alfaro y ha habido siempre con Samuel García, el presidente López Obrador la aprovecha para ir más allá de una simple relación institucional entre gobernantes sino que la lleva hasta los terrenos políticos partidistas para mantener “a raya” a Movimiento Ciudadano y asegurarse de que no terminará sumándose a la ya maltrecha alianza opositora del “Va por México”, que todo parece indicar que terminará por extinguirse.

Así, pues, todo parece indicar que terminaron aquellos tiempos de los reclamos alzando la voz y enviando mensajes de autonomía, independencia y soberanía. O de crear grupos de aliados opositores como la Alianza Federalista que terminó también por toparse con el muro lópezobradorista y pasó a mejor vida.

Total, la aspiración presidencial motivo de toda aquella conducta terminó por quedar sepultada por la reprobación ciudadana reflejada en las encuestas de medición, que hasta el momento lo colocan entre los cinco gobernadores peor calificados.