Carlos Briseño Torres cerró el 2007 como ex Rector General de la Universidad y hombre de todas las confianzas de Raúl Padilla López, como el priista encumbrado que pretendía quedarse también con el control de la dirigencia estatal del PRI en Jalisco y como un fuerte precandidato priista a Gobernador del Estado para el 2012.
Pero su ambición fue mucho más grande que sus capacidades y al cierre de agosto del 2008 es un político en franca decadencia.
En la Universidad de Guadalajara, en el PRI y en otros círculos políticos empiezan a cobrarle las facturas pendientes por sus excesos cometidos desde el poder.
Briseño Torres entró el fin de semana al tobogán al que entran los derrotados: el de las traiciones de sus aliados, el del aislamiento, el de la falta de recursos y de amigos para pelear, el de la impotencia, el de la soledad.
Carlos Briseño entró también el fin de semana a la larga lista de los políticos a los que sus ambiciones desmedidas los llevan a las caídas estrepitosas.