El gobierno de Enrique Alfaro tiene graves problemas de salud.
A más de un año del inicio de su gobierno las cosas no solo no mejoran, sino que ahora sus esfuerzos están centrados en evitar que el gobierno federal, a través de Insabi, le quite la infraestructura y el presupuesto de salud al gobierno de Jalisco.
Pero con lo que ha pasado con el sistema de Salud en sus manos, Enrique Alfaro no tiene cara ni autoridad moral ni política para convencer a López Obrador de que el Insabi no asimile los servicios públicos de salud en el estado. No tiene cara para decir que con él el sistema de salud estatal está y estará mejor.
El sistema de salud con Alfaro padece dos enfermedades graves: incapacidad y corrupción.
La primera quedó evidenciada con el pésimo manejo de la presencia del dengue en el estado, misma que derivó en una crisis que mandó a miles a los hospitales y que provocó la muerte de 49 seres humanos en el 2019. Jalisco terminó siendo el estado con más enfermos de dengue y más muertos por esta enfermedad.
La segunda quedó confirmada con las resoluciones dictadas por la Contraloría del Estado, que ya inició procesos administrativos y podría presentar denuncias penales por graves casos de corrupción encontrados en la Secretaría de Salud y en el Organismo Público Descentralizado “Servicios de Salud Jalisco” (OPD Servicios de Salud).
A eso obedece realmente la salida de Consuelo Robles, la titular de OPD Servicios de Salud, y 13 funcionarios más: ineficiencia y corrupción.
Pero Enrique Alfaro y su gobierno quieren que creamos que no es por eso, sino que sus salidas se deben a un “reforzamiento” del sistema de salud. Sí, quieren tapar el sol con un dedo y siguen pensando que los ciudadanos aún nos chupamos el dedo.
Así trataron de hacérnoslo creer en una rueda de prensa el Jefe de Gabinete Hugo Luna, el Secretario General Enrique Ibarra, Anna Bárbara Casillas coordinadora general estratégica del Desarrollo Social, y el Secretario de Salud Fernando Petersen.
En esa rueda de prensa del pasado 25 de enero, los cuatro funcionarios mostraban esas caras de quienes son mandados a declarar mentiras, a comer sapos en público sin hacer gestos.
Sus argumentos fueron débiles y en momentos contradictorios, como siempre que funcionarios salen a defender lo indefendible.
Por supuesto nadie les creyó.
Pero, independientemente de la patética actuación de esos cuatro funcionarios en su rueda de prensa, lo grave es que de nueva cuenta estamos ante un gobierno que está jugando con la salud de los jaliscienses, anteponiendo sus intereses a los de la mayoría.
Enrique Alfaro se tardó mucho para corregir la ineficiencia y la corrupción que era evidentes desde que se inició la crisis del dengue en Jalisco, porque prefirió jugar para los suyos que para la gente.
Fue solamente hasta que se dió cuenta de que no iba a poder tapar los casos de corrupción detectados por la Contraloría del Estado, a cargo de Teresa Brito, que se vio obligado a hacer esos cambios.
Pero para muchos jaliscienses los cambios llegaron muy tarde.