Por Hugo Luna

Las empresas y la economía dependen del talento, pero nadie ha encontrado la fórmula mágica para embotellarlo o lidiar con él. El Consejo Mundial de Lucha Libre ha obstaculizado la contratación de una de sus cartas fuertes dentro del pancracio nacional como lo es El Místico al circuito de la WWE en Estados Unidos.

Alejandro Iñarritu y Guillermo Arriaga finiquitaron su sociedad que le dio a ganar prestigio cinematográfico y por supuesto miles de dólares.

César de Anda Molina, actor económico en la negociación con el gobierno norteamericano para el establecimiento de una salvaguarda comercial a productos nacionales. Ha rechazado ofertas de trabajo del gobierno federal y estatal. Lo que este genio quiere es un misterio que no se paga con dinero. Es secretario de la Organización Mundial de Avicultores con sede en Francia.

El conocimiento sostiene a nuestra época, pero el talento la hace volar. Los productos que hicieron las grandes fortunas en otros tiempos se han vuelto commodities.

El talento hace la diferencia entre una utilidad promedio y un margen extraordinario. Los talentosos pueden ganar fortunas porque ayudan a producirlas. Ronaldinho en el fútbol; Francisco Toledo en las artes plásticas; Tommy Hilfiger en el diseño de modas o Carlos Alazraky en publicidad.

Si producir o detectar el talento es un problema, el administrarlo y hacerlo productivo es casi imposible. Todos los talentosos necesitan atención especial, pero unos requieren atenciones y otros sólo funcionan con altos niveles de exigencia.

Hay empresas que asumen el reto de tratar con el talento y otras que prefieren expulsar a todo los que salgan de norma. Las primeras pertenecen al futuro, las segundas quedarán en el camino del olvido. (Hugo Luna)