El anuncio y ejecución de la apertura de la avenida Juan Palomar y Arias tuvo su dósis política.
Ayer por la noche, a la misma hora, observamos dos escenarios que no pueden ignorarse: Por un lado, en Casa Jalisco los titulares del Ejecutivo estatal y municipal de Zapopan, Jorge Aristóteles Sandoval Díaz y Héctor Robles Peiro, lo anunciaban; por el otro, en la avenida misma los secretarios general de Gobierno y de Movilidad, Roberto López Lara y Mauricio Gudiño Coronado, ejecutaban la acción con el retiro de los obstáculos que impedían la libre circulación por esta rúa.
Dos preguntas saltaron ante éste hecho: ¿Por qué el anuncio de la apertura de una vialidad lo hace el Gobernador del Estado y por qué en su ejecución interviene el Secretario General de Gobierno?
La respuesta es sencilla: Porque el conflicto entre particulares y ejidatarios por la propiedad del terreno que impedía la apertura de esta avenida pasó por Palacio de Gobierno. El tamaño del problema que tenía ya tres años obstaculizando el libre tránsito de esta vialidad construída en tiempos de Héctor Vielma Ordoñez, obligaba la intervención del gobierno estatal y no sólo del municipal.
En una palabra: este asunto ameritaba un “manotazo” de autoridad, pues no era posible que continuara por más años perjudicándose a cientos de miles de automovilistas con un problema cuya solución no se ha encontrado desde hace décadas y que por ese tiempo lleva detenido en los juzgados.
Y fue en el despacho del secretario general de Gobierno, López Lara, donde tras pláticas, dialogos, “dimes y diretes”, se llegó a la conclusión de que la avenida Juan Palomar y Arias se abría porque se abría. Su apertura ya no podía esperar más, ante la desesperación de automovilistas y usuarios del transporte público que padecían las de “Caín” en los tramos de las avenidas Patria y Acueducto cargadas de un intenso y lento tráfico a todas horas.
Robles Peiro acompañó a Sandoval Díaz en el anunció, por ser una vía perteneciente a Zapopan; y Gudiño Coronado coejecutó la apertura con López Lara por tratarse de un asunto de vialidad.
Y así como la autoridad hizo sentir que es la autoridad, aun hay otros asuntos donde se hace necesario que lo vuelva a hacer; donde es necesario ese “manotazo” en beneficio de una mayoría de ciudadanos. Parafraseando aquello de “lo que digan unos pocos…”, no puede ser en perjuicio de unos muchos.
Por supuesto que reprobamos las acciones de autoritarismo, pero debemos de aplaudir las acciones de autoridad.