Foto: Publicada en El Informador

Aunque públicamente no hay fecha aún para un próximo encuentro entre el gobernador Enrique Alfaro Ramírez y el rector general de la Universidad de Guadalajara, Ricardo Villanueva Lomelí -y aunque tampoco es seguro que se conozca ante el hermetismo que han mantenido en las anteriores-, en el escenario de reanudar el diálogo para restablecer la relación institucional y tener una guía del camino a seguir, sería bueno que ambos personajes volvieran la vista atrás, concretamente a aquella noche del uno de abril de 1989, cuando Raúl Padilla López, en el Paraninfo “Enrique Díaz de León”, rindió protesta como nuevo rector, ante la presencia del gobernador Guillermo Cosío Vidaurri, en relevo de Enrique Alfaro Anguiano, padre del Mandatario estatal.

No estaría mal, y creo que sería de mucho provecho para los dos, que leyeran o releyeran el discurso que en esa ceremonia pronunció el finado Padilla López ante la comunidad universitaria de ese entonces, y que fue recogido por los medios de comunicación de aquella época. Seguramente ninguno de ellos tendrá problemas para acceder a dicho discurso, y estoy seguro de que si hay voluntad para llegar a acuerdos, aquel texto les servirá de mucho para ubicarse en qué lugar debe de estar el Gobierno y en qué lugar la Universidad.

Hoy al paso del tiempo y de lo que fue el rectorado de Padilla López y lo que sucedió después de que concluyó, este discurso puede ser discutible, pero nadie puede negar que en él están establecidas las posiciones que ambas instituciones deben de ocupar.

Raúl Padilla habló en aquella ocasión de la relación Gobierno-Universidad. Y era obligado hablar al respecto, no sólo porque era el tiempo cuando el Ejecutivo estatal elegía al rector de la UdeG de una terna que le era enviada por el Consejo General Universitario, sino porque se recuerda que Padilla López no era el candidato del gobernador Cosío Vidaurri sino José Manuel Correa Ceseña, secretario general de la universidad.

Este es parte de aquel discurso de Padilla López que hoy puede ser de gran utilidad para quien hoy gobierna Jalisco, Alfaro Ramírez -hijo de quien entonces entregaba la rectoría, Alfaro Anguiano-, y quien es hoy sucesor de ambos, Villanueva Lomelí:

“Las relaciones entre gobierno y universidad son complejas. Exigen un detenido análisis y un delicado ajuste en cada circunstancia histórica; ajuste que sólo puede lograrse cuando ambas instituciones comprenden con claridad su misión específica y autolimitan su acción de acuerdo con ella”.

Agregó que esta relación, “debe de estar sustentada en el respeto recíproco a sus respectivas funciones. Por parte de las universidades seria un grave error desentenderse del poder gubernamental o querer suplirlo; a su vez el gobierno, pero también las oposiciones al gobierno, y cualquier fuerza política externa,, deben reconocer, respetar, e incluso estimular, la independencia crítica de las universidades.

“La función del gobierno es ejercer el poder en beneficio de la sociedad. La nuestra, es el ejercicio de la razón, la discusión y la crítica. Cuando por mandato constitucional el gobierno promueve y apoya a la universidad, debe hacerlo con la conciencia de que promueve y apoya el planteamiento crítico y la sana discrepancia de la inteligencia. Esto, lejos de debilitar al Estado, lo fortalece.

“El Estado, entendido como la organización jurídica y política que le da forma a la Nación, es el merco de convivencia que históricamente nos hemos dado los individuos, grupos e instituciones que integramos la sociedad. Corresponde al gobierno, en su calidad de rector del Estado, la dirección y la coordinación de la sociedad en su conjunto. Tiene la autoridad y el poder legítimo para ello, siempre y cuando lo haga dentro de las regulaciones propias de ese marco de convivencia.

“La universidad, por su parte, es una de las más altas expresiones de la sociedad civil. Es el soporte institucional de su cultura, su ciencia y su tecnología. Para cumplir sus fines específicos, la universidad requiere de la más completa independencia y libertad, sin las cuales las expresiones culturales se anquilosan, se pervierten y acaban por perder su esencia. Sin ellas, en vez de ser espacio de expresión de las ideas y los impulsos de la sociedad, corre el riesgo de convertirse en un medio de dominación sobre ella”.

Ojalá y de veras Alfaro y Villanueva lean este discurso completo, porque seguramente ahí encontrarán los argumentos para sentarse frente a frente y comenzar un verdadero diálogo para la reconciliación en beneficio de la sociedad jalisciense. Pero para ello, debe de existir verdadera voluntad política para hacerlo. Si una de las partes no la tiene, entonces todo será mera pantomima.

Lamentablemente soy incrédulo y creo que todo quedará como lo dictan algunas resoluciones judiciales: “Déjese todo en el estado en que se encuentra…”

Y si no, al tiempo…