Gilberto Pérez Castillo
Ya han pasado varias semanas desde que Emilio González y su equipo decidieron emprenderla abiertamente en contra del llamado Grupo Universidad sin que aparezcan personajes, partidos, grupos u organizaciones -ni internos ni externos de la institución- que se sumen abiertamente a la lucha del gobernador.
Es más, ni su propio partido -el PAN-, ni los diputados panistas del Congreso del Estado, ni los dirigentes empresariales (que en otros temas están siempre listos para ponerse del lado del gobernador y hasta para hacerle el trabajo sucio), ni el cardenal Juan Sandoval se han atrevido, como en otras ocasiones, a apoyar abiertamente a Emilio en su pleito contra Raúl Padilla y su grupo político universitario.
Al interior de la Universidad no se vislumbra un pronto levantamiento que pudiera poner en riesgo la hegemonía padillista, ni se han levantado otras voces antipadillistas que no sean las ya viejas y desgastadas de algunos exlideres fegistas; al exterior no ha habido personaje ni organización ajeno al grupo de Emilio González que haya dicho “esta boca es mía”.
Herbert Taylor, Fernando Guzmán, Alonso Ulloa, Tomás Coronado y Antonio Gloria son hasta ahora los únicos aliados abiertos de Emilio en esta lucha.
Tal vez a Emilio González le esté pasando lo que en su momento le sucedió el exrector Carlos Briseño Torres: pensar equivocadamente que es mucha la gente que está dispuesta a levantarse en contra de Raúl Padilla y que sólo falta que un líder que encabece la oposición para que ésta estalle.
Quizá también se le olvidó a Emilio, como en su momento a Briseño, que para encabezar una lucha como ésta se necesita tener autoridad moral, que el gobernador evidentemente no tiene.
Y es que es muy probable que Raúl Padilla López y su grupo tengan muchos detractores dentro y fuera de la Universidad, pero lo cierto es que -por precaución, por miedo, por estrategia, por esperar en algún momento su apoyo o por no tener un agravio directo que cobrarles- no son muchos los valientes que se animan a enfrentar abiertamente y de frente el poder de los universitarios.