Hoy inician su gestión las nuevas autoridades municipales de la zona metropolitana -como los de todos los ayuntamiento de Jalisco-, sin que sepamos si los nuevos alcaldes de Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá, Tlajomulco y El Salto tienen una idea común de ciudad, o si se gobernarán como señores feudales de sus respectivos territorios.
Es ya un lugar común desgastado señalar que hay problemas de la zona metropolitana que ya no pueden resolverse desde la visión individual de cada municipio. Seguridad pública, protección civil, servicios médicos de urgencias, alumbrado público, recolección y disposición de la basura, arreglos de calles, movilidad, se cuentan entre algunos de los asuntos que requieren una visión metropolitana y que, cada día que pasa, evidencian que ya no se pueden ni deben gestionar de manera aislada.
La gran pregunta es si prevalecerá en los nuevos alcaldes un espíritu de responsabilidad para renunciar -en todo o en partes- a las atribuciones y los correspondientes recursos que tienen que ver con estos temas, o si, por el contrario, dominará en ellos el sentido patrimonialista que los llevará a conservar las cosas en el estatus en que se encuentran, sin alcanzar soluciones de verdad.
La realidad que vive la zona metropolitana desde hace décadas -la de haber ido integrando en una sola mancha urbana a seis municipios- exige formas de resolver los problemas de la gran ciudad al margen de las cuadradas visiones de la autonomía municipal tal como la contempla la legislación actual.
Seguir negando que esta mancha urbana nada tiene nada que ver con el momento en el que fueron redactados el artículo 115 de la Constitución general y todas las normas que de ellas han surgido, es seguir manteniendo una estructura política que poco tiene que ver con la realidad.
¿Cuántas visiones?
¿Serán los egos de los alcaldes los que saldrán a flote para tratar de imponer una visión de ciudad al resto?
Está ciudad no puede desperdiciar tres años con gestiones municipales que tengan diferentes visiones de lo que debe ser la zona metropolitana hoy y en el futuro.
Como tampoco puede ser una visión de ciudad impuesta desde el Gobierno del Estado, una vez que Aristóteles Sandoval asuma como gobernador.
Ni puede permitirse que desde el centro de la República, el futuro Presidente Peña Nieto le imponga al gobernador y a los alcaldes priistas un diseño de ciudad dibujada y operada desde el centro.
La ciudad es de todos, no sólo de los gobernantes y de los políticos, por eso el diseño de la misma requiere de una visión compartida por lo menos entre la mayoría de la sociedad y sus autoridades.
Pero, para que esto sea posible, es condición indispensable que, por lo menos, los alcaldes de la zona metropolitana y el próximo gobernador acepten que hacer viable un mejor presente y un planeado futuro para la ciudad requiere que cada uno de ellos sacrifique parte de las atribuciones y de la autoridad que leyes rezagadas les otorgan.
Ramiro Hernández, Héctor Robles, Alfredo Barba, Jorge Arana, Ismael del Toro y Joel González, como alcaldes de Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá, Tlajomulco y El Salto, y Aristóteles Sandoval como próximo gobernador, no estarán en condiciones de rehuir a su responsabilidad de darle rumbo compartido a la zona metropolitana.
Ni visiones patrimonialistas, ni los egos, ni los jalones partidistas, ni sus aspiraciones electoreras futuras, justificarían a quienes tendrán la obligación de gobernar la zona metropolitana negarle un mejor futuro a la ciudad.