Bien dicen que las elecciones se ganan con votos y el partido Movimiento Ciudadano los obtuvo mayoritariamente para ganar las presidencias municipales de Guadalajara, Zapopan y Tlaquepaque, además de 41 municipios más del Estado. Eso no está en duda y así quedó asentado en las actas electorales ya computadas. Sin embargo, lo cuestionable es la forma en que los obtuvieron, y en algunos casos denuncian que con el apoyo del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, autoridad electoral que dejó mucho qué desear.
Por otro lado, el resultado está muy lejos de ser una ratificación de apoyo a los gobiernos de Movimiento Ciudadano, desde el estatal hasta los municipales, principalmente metropolitanos. Todos reconocen -e incluso los emecistas alfaristas también- que lo que prevaleció el pasado domingo seis fue un voto antimorena, antilópezobradista, anti4T. Y con la estrategia de que en Jalisco el único que podía ganarle a Morena era MC, mayoritariamente los votos le beneficiaron.
Carlos Lomelí Bolaños y Alberto Uribe Camacho coinciden con la percepción ciudadana de que lo que hubo en este proceso fue una elección de Estado en la que participó gran parte de la estructura del gobierno estatal, empezando por quien la encabeza y demás integrantes de su equipo. El gobernador Enrique Alfaro promoviendo acciones de gobierno a través de las redes sociales; sus dependencias regalando tinacos y calentadores solares; y sus colaboradores, como Alberto Esquer, Juan Carlos Márquez y Marco Valerio Pérez, operando a favor de los candidatos naranjas.
El alfarismo “echó toda la carne al asador” ante el serio riesgo de sufrir un severo descalabro que hubiese dejado mal parado al principal bastión de Movimiento Ciudadano.
En medio de todo esto, los candidatos de Morena deben de hacer un serio ejercicio de autocrítica y reconocer los errores cometidos que fueron también un factor determinante para su derrota, comenzando por la falta de unidad y, peor aún, por las intrigas que campearon en todos los equipos de campaña; por las “zancadillas” que se pusieron creyendo que con eso afectaban al adversario en casa cuando el único que pagó los “platos rotos” fue el candidato; y, algo que debe de llevarlos a una reflexión profunda, fue un dejó de soberbia que los cegó al momento de tomar las mejores decisiones.
Pero todo lo anterior pocas veces lo reconocen públicamente los perdedores. Lo reconocen y lo aceptan para sus adentros; piden disculpas y hacen un “mea culpa” en su equipo más cercano, pero llega demasiado tarde.
Pero reconociendo directa o indirectamente su derrota, Uribe Camacho y Lomelí Bolaños han declarado que demostrarán la manera sucia en que “jugó” el gobierno estatal y su partido Movimiento Ciudadano para alcanzar una victoria tan abrumadora que sorprendió a los propios ganadores, y que no se explican más allá del “voto por el odio, el voto por el racismo”, como denominó Alberto Uribe a la conducta antimorenista que caracterizó a un importante sector de los votantes.
Es cierto, revelar las artimañas utilizadas por los victoriosos no modificará el resultado -por demás contundente en su contra-, pero sin duda evidenciará que desde el poder se siguen aplicando las mismas mañas y las mismas trampas de las que se quejaban cuando eran oposición; que desde el gobierno se pone en marcha toda una estructura y un operativo a costa del erario; que los funcionarios públicos continúan actuando como militantes partidistas antes que respetar la ley que les prohíbe hacerlo; y que la autoridad electoral continúa actuando bajo las órdenes del gobierno en turno.
Uribe Camacho, en entrevista con la revista Opinión Política, declaró que el hecho de que no haya impugnado la elección no significa que se vaya a quedar callado y no revele la forma en que sus adversarios operaron para ganar la elección. Y una cosa similar adelantó Lomelí Bolaños. De hacerlo, creo que tendrá su lado positivo el conocerlo, porque simplemente confirmará que aún y cuando el gobierno cambie de color, los vicios que se implementan desde el poder siguen “gozando de cabal salud”, y que desde ese poder se hará lo que se tenga que hacer para no perderlo.
Por lo pronto, a esperar para conocer no quién ganó una elección sino cómo la gano.
Al tiempo…