Por Julio César Hernández

En los últimos tres meses, subieron a la tribuna de la Asociación de Ex Legisladores Jaliscienses del PRI los tres últimos candidatos de este partido al gobierno del Estado que tienen algo en común, además de ser priístas: el que perdieron la elección.

Eugenio Ruiz Orozco (1995), Jorge Arana Arana (2000) y Arturo Zamora Jiménez (2006), contaron su amarga experiencia a los asistentes y plantearon, cada uno desde su óptica, las razones que los llevaron a la derrota electoral.

Como era de esperarse, la autocrítica apenas si la abordaron. Fue muy por encimita, aunque, eso sí, no tuvieron empacho -particularmente los dos últimos- en repartir culpas y responsabilidades a diestra y siniestra sobre las causas de la derrota.

Bueno, pues ahora le corresponderá -este jueves- al vicepresidente de esta Asociación, Juan José Bañuelos Guardado, hacer un “análisis y comentarios a las intervenciones sobre los procesos electorales en Jalisco 1995, 2000 y 2006”, según reza la invitación al evento.

Es de esperarse que Bañuelos Guardado no se tocará el corazón para hacer un análisis realista y crudo, quizás no tanto de lo que ocurrió en aquellas fechas, sino la forma en que los expositores que le antecedieron la presentaron.

Bañuelos Guardado no puede ser omiso y coincidir en que los factores que repercutieron en su derrota fueron única y exclusivamente externos. Vamos, no en todos los casos fueron lo más.

A Bañuelos Guardado le tocará poner “el dedo en la llaga” para que los priístas estén conscientes de que, antes que nada, son ellos, los priístas, los que tienen que cambiar el modo de hacer política.

De no ser así, entonces todo quedará, simplemente, en un “lamerse las heridas”.