Gilberto Pérez Castillo

Mientras mantiene una actitud distante con el grupo político que controla la Universidad de Guadalajara, el gobernador Emilio González Márquez mantiene una sospechosa relación con el destituido Rector General Carlos Briseño Torres.
Desde que el conflicto entre el grupo de Raúl Padilla López y el entonces Rector Generaol se agudizó, se empezó a rumorar que uno de los respaldos a los que se atenía Carlos Briseño era precisamente el supuesto apoyo del Gobernador, mismo que finalmente no llegó.
Entre los reclamos que hizo públicos Carlos Briseño, una vez destituido, fue precisamente el que le dedicó al gobernador cuando lo visitó por primera vez como ex Rector y refirió a los reporteros de la fuente que iba a exigirle a Emilio González que cumpliera con su palabra.
Desde entonces el trato que le ha dado el gobernador panista al nuevo Rector General, Marco Antonio Cortés Guardado y al resto de su grupo, ha sido distante, por no decir que fría, mismo trato que contrasta con el que le sigue dando a Carlos Briseño.
Si el gobernador realmente cree que mantener la relación con Carlos Briseño puede serle útil en su trato con el grupo de Raúl Padilla, ya sea para amedrentarlo o para debilitarlo, debería pensar que para empezar, con su destitución, el ex Rector demostró no tener una visión muy objetiva de lo que pasa dentro de la Universidad ni ser muy hábil como para enfrentársele al grupo padillistas.
Además, a menos que pase algo extraordinario, es seguro que dentro de cuatro años Emilio González ya no será gobernador, mientras que probablemente el grupo de Raúl Padilla pudiera seguir en el control de la institución educativa.
Por todo lo anterior se antoja demasiado arriesgada la apuesta que hace Emilio González al otorgarle mejor trato a Carlos Briseño que al grupo que lo echó para afuera.