Gilberto Pérez Castillo

A principios del año pasado, cuando aún consideraba a Raúl Padilla López su jefe político y porque lo necesitaba para llegar a la Rectoría General de la Universidad de Guadalajara, Carlos Briseño Torres cruzó el Atlántico para presenciar la entrega de la Cruz de Sant Jordi que el gobierno de Barcelona le otorgó al ex rector universitario y presidente de la Feria Internacional del Libro.

No contento con ser el único de los padillistas que voló hasta España para atestiguar el reconocimiento a Padilla López, Briseño Torres no escatimó en gastos para organizarle al galardonado una numerosa cena en el salón del Club Valle Real.

Ahora, enfrentado a Raúl Padilla y con ganas de deshacerse de la jefatura política del ex rector, Carlos Briseño no quiso recorrer las pocas cuadras que distan entre la Rectoría y el Palacio Municipal de Guadalajara, lugar en donde el gobierno tapatío le entregó un reconocimiento a Padilla López por su trabajo como promotor cultural.

Y por supuesto, tampoco lo hará su fiestecita.