Por: Maggie G. Urzúa

El “Botón de Emergencia” trazado por la Mesa de Salud del Gobierno de Jalisco sólo sirvió para despertar suspenso. En los municipios, con guante blanco le van expresando rechazo y comienzan a delinear sus propias estrategias contra el Covid-19.

El anuncio más sonado fue hecho desde Tapalpa, donde la alcaldesa Luz Elvira Manzano había determinado toque de queda a partir de las 9:00 de la noche, a fin de frenar la propagación del coronavirus en el pueblo mágico.

La medida fue tan efímera como un “amor de verano”, pues en menos de 24 horas la falta de sustento legal para emitir tal decreto derribó las buenas intenciones -pero llenas de ignorancia- de Manzano, en lo que apunta más a un acto de desesperación por la indecisión del Ejecutivo estatal.

Siguiendo con la región Sur, un círculo fue formado para la aprobación de ley seca durante 15 días. Zapotlán el Grande (Ciudad Guzmán) fue el encargado de abrir la iniciativa para prohibir la venta de bebidas alcohólicas del 1 al 15 de agosto; como cascada se le unieron Zapotiltic, Gómez Farías y Sayula.

El argumento de José Guerrero, primer edil de Zapotlán, fue evitar aglomeraciones en comercios o la vía pública en una localidad donde un amplio porcentaje de los contagios ocurre entre la población joven.

En Tlajomulco también han emitido restricciones particulares, sin línea directa con el gobernador Enrique Alfaro. El fin de semana del 24 al 26 de julio, el alcalde Salvador Zamora determinó el cierre total del primer cuadro de la cabecera municipal y de dos grandes supermercados fuera de él. No hubo paso a la plaza principal y se prohibió la apertura de todos los negocios sin excepción (esenciales y no).

Durante dos semanas al hilo han suspendido la instalación del popular tianguis dominical; el pasado fin cerraron comercios no esenciales de la zona centro. Todo con el único propósito de disminuir el número de casos activos en el pueblo de Tlajomulco, considerado el de mayor presencia del virus.

La reacción más reciente llegó el jueves 6 desde Zapopan, donde Pablo Lemus fue tajante al rechazar la apertura de cines y casinos con 25 por ciento de aforo, yendo en contra de la disposición estatal que así lo autoriza.

Si las medidas rinden frutos, el Gobierno de Jalisco debería tomarlas como su programa piloto para rediseñar el plan estatal contra el Covid. Sin embargo, de cumplirse el objetivo único de salvar vidas, todas estas reglas impopulares acarrean un costo político que, en el caso de Alfaro, parecería indispuesto a pagarlo.

También deberían seguir los pasos de los alcaldes para no demostrar que, poco a poco, se le van saliendo los “pollitos del huacal”.