Por Julio César Hernández

Dicen que “del dicho al hecho hay mucho trecho” y esto embona muy bien con lo que sucedió el fin de semana en Puerto Vallarta, durante la reunión de panistas, donde lo destacado fue el desencuentro entre Francisco Ramírez Acuña y Fernando Guzmán Pérez Peláez, en medio de la convocatoria a la unidad que hicieron sus dirigentes nacional y estatal.

La escena de la “mentada” de Ramírez Acuña a Guzmán Pérez Peláez, luego de negarle el saludo, sucedió en un salón privado, en donde por un lado estaban ambos y Emilio González –entre otros-, y en otro extremo se encontraban Germán Martínez y Santiago Creel, quienes por cierto estaban limando las asperezas que hay entre ellos.

Se asegura que lo sucedió ahí fue “filtrado” por la propia oficina de Comunicación Social del gobierno del Estado, pero lo que no contaron fue que González Márquez –cuenta un testigo ahí presente- quiso intervenir en este desencuentro entre su antecesor y su secretario general, y fue parado “en seco” por Ramírez Acuña:

“¡No, Emilio, tú no te metas. Esta es una cosa de dos…!”. Y González Márquez se hizo a un lado.

Y es que se asegura que Ramírez Acuña señala a Guzmán Pérez de ser quien le entregó a Salvador Cosío la información en que lo involucra en la presunta compra irregular de terrenos.

Por eso el ex Mandatario dijo en Vallarta:

“A veces la política la hemos hecho una cochinada, al tener como elemento de acción la difamación, muchas veces de nuestros propios compañeros…”.

Ante estos hechos y los discursos escuchados en esa reunión, no queda más que confirmar que el partido en el gobierno atraviesa por uno de sus momentos más difíciles de cara a los procesos internos para las elecciones del 2009.

Esto fue lo que les dijo Martínez Cázares:

“A los panistas les exijo unidad; si estamos divididos, les damos ventajas al adversario; si estamos unidos, garantizamos nuevas victorias en Jalisco…”.

Adviértase que no les solicitó, no les pidió, no los llamó, no les recordó, no los conminó a la unidad… ¡les exigió unidad! Les exigió unidad porque sabe que no la hay aquí; porque sabe que andan “como perros y gatos”.