Más allá de lo que digan las encuestas y de lo que reflejen los debates -donde todos los participantes se declaran ganadores-, la gran incógnita a develar para el domingo seis de junio próximo es el porcentaje de ciudadanos que acudirán a las urnas a emitir su voto, en medio de un clima de “guerra de lodo”, de inseguridad en las calles de Jalisco y la amenaza aún vigente de la pandemia.

Hay quienes apuestan a que la afluencia de votantes superará el 50 por ciento, y algunos más optimistas creen que podría llegar al 60. Otros, por el contrario, advierten un escenario típico de las elecciones intermedias: poca afluencia y la dependencia de la movilización -acarreo- que logren hacer los partidos políticos. Su pronóstico es que no se alcanzará el 50 por ciento de la participación ciudadana.

Los primeros aducen que la movilización de electores será motivada por el miedo que ha generado la Cuarta Transformación y la actuación de los últimos días del presidente Andrés Manuel López Obrador de involucrarse en el proceso electoral desde las “mañaneras”, amén de las decisiones de gobierno que ha tomado y que no han sido bien vistas por un sector de los mexicanos. Este miedo, dicen, será el principal impulsor para que los electores acudan a sufragar y frenar así al gobierno lópezobradorista, principalmente impidiéndole que tenga nuevamente mayoría en la Cámara de Diputados.

Los segundos también aducen al miedo, pero a contagiarse del Covid y a la inseguridad pública, como la causa del por qué la ciudadanía preferirá quedarse en casa y no acudir a votar. A este sector, poco le importaría quién gane la contienda porque antepondrá su seguridad a cualquier interés partidista.

En política, quienes son acusados de “acarrear” votantes se defienden bajo el argumento de que “acarrea el que tiene qué acarrear”, y sin duda que esta movilización será clave para la suma de votos, principalmente para los partidos que se disputan el primer lugar. Y como ha sido lo acostumbrado, el partido del gobierno echará a andar toda la maquinaria oficial en favor de sus candidatos. De hecho ya opera no sólo en las actividades proselitistas del día a día o de los fines de semana, sino que aquí quedo evidenciado en la marcha-manifestación que Movimiento Ciudadano efectuó el pasado fin de semana. La nómina entró en operación.

Pero muy diferente será el domingo día de la jornada electoral, pues no podemos descartar que en el caso del partido en el poder se replique aquel episodio amargo que vivió el PRI cuando movilizó a gran parte de su estructura electoral y resultó que esa estructura votó en su contra. No fueron pocos los priistas que subieron a las unidades que los llevarían a las casillas, pero ya en las urnas votaron en contra del PRI y a favor de Movimiento Ciudadano, partido que se levantó con la victoria. Ahora, en esta ocasión MC podría recibir una “sopa de su propio chocolate”.

Y es que se han evidenciado casos en los que empleados municipales son obligados a participar en los actos de campaña, particularmente aquellos que están en el rubro de “supernumerarios”, o sea a quienes se les renueva o no el contrato cada mes o cada tres meses, so pena de no renovarles dicho contrato.

Pero muy diferente será el ciudadano común, aquel que acude a las urnas por voluntad propia y estimulado por favorecer a su partido o al candidato que mayor confianza le genere.

Aún faltan días, aunque ya pocos, para que concluyan las campañas y para el día de la jornada electoral. Y de aquí a entonces aún faltan muchas cosas por suceder, e indudablemente serán las que podrían definir en última instancia el índice de participación ciudadana.

Y si no, al tiempo…