Hoy es miércoles 25, el último día de los cinco que el gobernador Enrique Alfaro Ramírez pidió a los jaliscienses no salir de sus casas, mantenerse en el encierro para con ello presuntamente romper con la cadena de contagio que hubiese “explotado” de no haber tomado esta medida y si la población no hubiese respondido de manera positiva.

Y esto sucede apenas después de que en México se declara la Fase 2, que es cuando los contagios ya no suceden con alguien que haya viajado al extranjero sino que ya se registran de manera horizontal, o sea que es cuando el virus comienza a circular entre la comunidad. Y faltará que lleguemos a la Fase 3, cuando el brote epidémico es con mayor fuerza y las personas ya no solo están infectadas sino que desarrollan los síntomas de la enfermedad, a decir de los expertos.

¿Tendrá resultados positivos y de éxito el encierro de cinco días que solicitó Alfaro y mayoritariamente la población acató, aún y con los costos económicos que tuvo para cientos o miles de comercios, micro y pequeñas empresas que tuvieron prácticamente que parar sus actividades? Esto lo veremos más adelante, no mañana cuando supuestamente todo vuelve a la “normalidad”.

Sin duda, la actuación del gobernador de Jalisco y las decisiones que ha tomado lo colocan en una posición diferente ya no digamos a sus homólogos de Morena sino del resto de partidos de la oposición, aunque algunos de ellos también decidieron suspender las clases días antes a lo decidido por el gobierno federal. Hay quienes lo ven como un ejemplo a seguir o, cuando menos, consideran atinadas las acciones emprendidas.

En todo esto, no podemos ignorar el contenido político que cada decisión y acción de Alfaro Ramírez tiene frente al gobierno lópezobradorista; el propio Mandatario ha criticado -como muchos más lo han hecho, y no les falta razón-, la lentitud como ha reaccionado el gobierno federal frente a la pandemia. Incluso, se ha quejado d ela falta de apoyo, como lo refirió el pasado día 20 cuando dijo que “el gobierno de la República (…) no nos ha buscado para nada. Es preocupante este aislamiento que vemos del gobierno de la República”.

Sin embargo, hay quienes ayer ya vieron en López Obrador otra actitud al anunciarse la aplicación de la Fase 2, y no dudan que el tabasqueño modificará la estrategia hasta ahora mantenida que, no obstante las críticas, fue reconocida por el respresentante de la Organización Panamericana de la Salud y de la OMS en México, Cristian Morales, como “correcta” y que hasta hasta se adelantó a otros países, por ejemplo con la suspensión de clases.

O sea que mientras para un amplio sector de los mexicanos la actuación del presidente de la República frente a la emergencia ha sido lenta e incluso negligente, para las autoridades de la OMS y la OPS las medidas adoptadas hasta ahora son “correctas”.

¿Ante qué estaremos en los próximos días? ¿Seguirá el Gobierno Federal ignorando a los gobiernos estatales y los dejará que tomen las decisiones que cada uno de ellos decida, sin coordinación alguna frente la pandemia? ¿Continuará Enrique Alfaro con su propia agenda y al ritmo que él se ha impuesto o será parado en seco desde Palacio Nacional? ¿Podrá el Mandatario jalisciense seguir avanzando en su plan sin necesidad de que el gobierno lópezobradorista entre en su apoyo?

Hay quienes advierten en Alfaro el propósito de convertirse en el líder político de los gobernadores de la región aprovechando la actual contingencia, pero ¿le alcanzará el tiempo para lograrlo, si políticamente éste es su propósito, o se verá obligado a sumarse al trabajo que en conjunto tendrían que hacer todos los gobernadores con el presidente López Obrador?

Al entrar el país a la Fase 2, lo que se espera es ya un trabajo coordinado entre los gobiernos estatales y el federal para poder controlar los contagios e infecciones, pues no puede andar cada quien por su lado. De concretarse lo anterior, entonces quizás el escenario para el gobernador de Jalisco se modificará y sus planes podrían quedar truncos.

Y si no, al tiempo…