Por Julio César Hernández

Si bien tras asumir la dirigencia estatal del PRI, Javier Guízar Macías ha asumido al exterior una posición crítica hacia el gobierno estatal –tarea que se le olvidó hacer a su antecesor Javier Galván-, hacia el interior del partido las cosas se complican y las expectativas generadas quedarán solamente en eso.

Y es que la operación para la renovación de las dirigencias municipales es todo un desorden, pues mientras el responsable de ello, el secretario de Organización, Hugo Contreras, anda más preocupado por sus propios tiempos para concretar su aspiración de ser candidato a la diputación federal, en los municipios simplemente no hay interés por participar.

En su afán de mandar un mensaje de que en el PRI todos son necesarios, Guízar Macías inició el proceso con miras al relevo en los Comités Municipales designando delegados –figura inexistente en los estatutos y estructura del partido-, quienes han servido para lo mismo que la “carabina de Ambrosio”.

Y es que algunos de los designados desconocen quién es quién en los municipios, pues se les envió como “el borras”, mientras que otros llegaron recordando los viejos tiempos cuando el PRI era el todopoderoso y el delegado se convertía en el mandamás, chocando con los dirigentes o con algunos grupos de militantes.

Pero no sólo eso, sino que ante el desorden que prevalece y la falta de verdaderos operadores, conocedores y efectivos, no son pocas las reuniones de los consejos políticos que no se han podido llevar a cabo por falta de quórum, para definir el método de elección del nuevo dirigente, lo que demuestra el desinterés de la militancia.

Y un claro ejemplo de ello es precisamente el distrito mismo del Secretario de Organización, el 19, en donde se han convocado a sesiones de Consejo Municipal en ocho de los 16 municipios, y la mayoría de ellas se han cancelado porque no se cubre el quórum.

Vamos, ni siquiera en Ciudad Guzmán, la tierra de Hugo Contreras. Ahí apenas si se dieron cita 80 consejeros.

Situación similar se ha registrado en municipios como Tamazula, con 70 consejeros presentes; San Gabriel, con 50 y Tolimán con apenas 25, por mencionar algunos, aunque la misma escena se dio en Gómez Farías, Pihuamo, Tuxpan y Tonila.

Se advierte que lo peor en todo esto es que en algunos municipios donde no se registró quórum, se pretendió sacar adelante, a como diera lugar, el método de elección del próximo dirigente del Comité.

Y en otros, lo menos que se da es que finalmente el dirigente municipal, cuya gestión ya venció, continuará controlando el Consejo Político Municipal y tendrá todo el poder para colocar a su sucesor.

O sea que aquello que se anunció en el discurso de toma de posesión y posteriormente en la primera sesión del Consejo Político Estatal, está muy lejano de reflejarse en los hechos.

Ahora, lo peor de todo es que, como se ha difundido en el caso de Guadalajara, es en las cúpulas donde se está “negociando” quien será el próximo dirigente, convirtiendo todo lo demás en pura “faramalla”.