El ex gobernador Francisco Ramírez Acuña, al perder a Jorge Salinas Osornio como aliado, prácticamente se quedó solo y ya nada tiene que hacer en la política panista jalisciense. Si quiere sobrevivir políticamente tendrá que refugiarse en los espacios nacionales, si sus capacidades le dan para colocarse allá.

Como se sabe, Ramírez Acuña desde su posición como alcalde de Guadalajara y después como gobernador de Jalisco, construyó un eficiente grupo político que, no sólo controló al panismo durante su sexenio, sino que trascendió a la mitad de la actual administración de Emilio González.

Respaldado en el trabajo de Eduardo Rosales Castellanos, que fue un fuerte presidente estatal panista, de Jorge Salinas Osornio, que fue secretario particular de Ramírez Acuña y coordinador de los diputados locales panistas, y de Abraham González Uyeda, que hizo un paso exitoso del sector empresarial al político, Ramírez Acuña pudo mantener el control del panismo estatal por nueve años, sometiendo al propio grupo de Emilio González.
Pero la suerte se le acabó a Ramírez Acuña y a su grupo en julio del 2009, cuando los panistas le recriminaron a su equipo los pésimos resultados electorales.
Eduardo Rosales tuvo que dejar la dirigencia estatal panista, Jorge Salinas se quedó debilitado como un simple regidor de oposición en Guadalajara y Abraham González perdió la coordinación de los legisladores del PAN.
En estas condiciones, y ante un Ramírez Acuña que no supo ser solidario desde su posición de presidente de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, los llamados paquistas buscaron nuevos rumbos y acuerdos con el objetivo de sobrevivir y generarse expectativas rumbo al 2012.
Paco Ramírez quiso seguir mandando a larga distancia y eso tuvo un elevado costo: sus enanos le crecieron y quienes han hecho el verdadero trabajo de base quieren asumir las ventajas de eso.
La traición de Ramírez Acuña a sus antiguos amigos y aliados -al unirse con Alberto Cárdenas y Emilio González- acabó por quitarle a los pocos leales que le quedaban, como Jorge Salinas, y a dejarlo prácticamente solo.
En este escenario, sin amigos o aliados en lo local, poco o nada tiene ya que hacer el ex gobernador panista en la política local. Su sueño de convertirse en candidato a Senador se puede ir diluyendo al tener ahora a la mayoría de los verdaderos liderazgos panistas en contra.
Su único refugio, si quiere continuar activo políticamente, es apostarle a la política nacional, y no equivocarse también allá.