En su cuenta de Twitter, el dirigente estatal del PAN, Miguel Ángel Monraz Ibarra, se ha convertido en un ferviente opositor del PRI y desde hace varias semanas escribe, primero, todo aquello que le es criticable y cuestionable al PRI-Gobierno, y, segundo, destaca lo que considera fueron los aciertos de los gobiernos panistas, para marcar así la diferencia entre un partido y otro cuando están en el poder.
No menos crítico en esta misma red social es el coordinador de la bancada panista en el Congreso del Estado, Gildardo Guerrero Torres.
No en pocas ocasiones, ambos panistas han corrido el riesgo de “morderse la lengua” cuando su crítica al PRI bien podría ajustarse a una crítica a su partido cuando fue gobierno. Ese es el riesgo, pero, sin embargo, lo corren.
Sin embargo, hay panistas que advierten en ambos dirigentes -uno partidista y el otro legislativo- una “tibieza” como oposición que consideran necesario “salir al quite” y pretender demostrar que para oposición… ¡ellos “se pintan solo”!
Es el caso de los diputados Alberto Esquer, Víctor Sánchez y Guillermo Martínez Mora, que se han convertido en la voz discordante dentro de su fracción parlamentaria y que últimamente se han sumado al “coro” de los legisladores del Partido Movimiento Ciudadano, que encabeza Clemente Castañeda, y al que también se une el legislador independiente Ricardo Rodríguez.
Y si, efectivamente, esta tercia se ha convertido en una verdadera oposición… ¡hasta al interior de su fracción!
Hay quienes señalan que Alberto, Víctor y Guillermo quisieran que el Congreso bailara “al son” que ellos marcan; otros los acusan de protagonistas y de ser “chivos en cristalería”; y algunos más les aplauden porque consideran que son los únicos que se atreven a decir y hacer lo que otros no, y que ellos sí saben ser oposición.
Sin embargo, en ese afán de protagonismo y de querer ser la “diferencia” entre quienes dicer ser diferentes -los actuales diputados reiteran que no son iguales a quienes integraron las pasadas Legislaturas-, estos diputados caen en excesos y hasta se ponen zancadillas entre ellos mismos.
Nada menos ayer, Alberto Esquer -quien en su momento fue acusado como diputado federal de pedir “mochada” a los alcaldes de la región sur para ayudarles a conseguir recursos federales para sus municipios-, declaró que él y sus dos compañeros analizaban renunciar a su bancada y declararse independientes porque no están de acuerdo con el trabajo de Guerrero Torres como coordinador y porque su partido no tiene bandera de oposición.
Pero el primero en parar “en seco” y “meterle freno” a Esquer fue Martínez Mora, quien de inmediato salió a decir -o aclarar, más bien-, que él nunca ha pensado en dejar a su fracción.
Vamos, hasta se vio obligado a emitir un comunicado de prensa en el que señala:
“Entrevistado por medios de comunicación en torno a los cuestionamientos realizados sobre una posible salida del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional en el Congreso del Estado de Jalisco, el diputado Luis Guillermo Martínez Mora aseguró que no pretende dejar su fracción, luego de las diferencias que se dieron durante la aprobación del presupuesto  2014 del Poder Ejecutivo en el que su voto fue en contra, a diferencia de la mayoría de los legisladores panistas”.
Por supuesto no refiere que esa aclaración fue motivada por los excesos verbales de su compañero Alberto Esquer.
“No me ayudes, compadre”, debió de haberle dicho el ex secretario de Educación a su compañero de curul. Pero esos son los riesgos que corren.
Así las cosas, resta esperar el futuro que avizoran Alberto Esquer y Víctor Manuel Sánchez dentro de su bancada, aunque éste último no ha desmentido ni apoyado las declaraciones del primero.
Lo que sí queda claro es que estos tres diputados seguirán “tocando” a su propio ritmo, desentonando no sólo con el resto de la “orquesta” panistas sino en sentido contrario a lo que marca la batuta de su coordinador Gildardo Guerrero.
Sin duda que esa posición les ha otorgado importantes y amplios espacios en los medios de comunicación, pero entre la ciudadanía siguen siendo calificados, con carácter reprobatorio, igual que el resto de sus compañeros diputados: por debajo de los policías.