Debe resultar preocupante para el Partido Acción Nacional el que se haya presentado una escena como la de los dos últimos días protagonizada, primero, por tres de sus diputados y, segundo, por su propio dirigente, el coordinador de su fracción parlamentaria y por el responsable de negociar a nombre de ésta el Presupuesto 2014 del Gobierno del Estado.
Claro, no debería de extrañarnos una “raya más al tigre” cuando los panistas andan “de la greña” por el relevo de su dirigencia nacional, cuando aquí en Jalisco la herida que dejó primero el proceso de elección de su candidato a la gubernatura y el resultado de la elección a la gubernatura, después.
Todo ello dejó al panismo jalisciense muy fracturado y nadie ha sido capaz de restaurar las heridas, de trabajar para su cicatrización y cierre; por el contrario, los panistas parecen dispuestos a acabarse a sí mismos en su ambición individual, personal, lamentablemente… para seguir viviendo del presupuesto.
No veo en los panistas un propósito real, sincero, de sacar del pozo a su partido.
Cuando perdieron en el 2012, el “canibalismo” blanquiazul cobró su primera víctima con la caída de su entonces dirigente Eduardo Rosales Castellanos. Entró al relevo Miguel Ángel Monraz Ibarra y fueron incapaces de “cerrar filas” en torno suyo para comenzar una nueva etapa, para iniciar la restauración de su instituto y fortalecerlo para lo que seguía.
Por el contrario: las ambiciones personales o de grupo han terminado por colocar al PAN en una posición y situación vergonzante para un partido con la historia de Acción Nacional en Jalisco.
Claro, en su momento Rosales Castellanos aportó su cuota para vivir lo que hoy vive. Lo mismo ha hecho Monraz Ibarra.
Pero lo que hoy hemos visto, y vemos, en la fracción parlamentaria de Acción Nacional es decepcionante, no sólo para las bases panistas sino para el ciudadano común que aspira a tener un sistema de partidos fuerte y consolidado. Y la verdad que no se vislumbra un panorama diferente en lo que resta de la actual Legislatura.
Atestiguar a tres panistas acusar a sus compañeros de partido de corromperse a cambio de “migajas”, es revelador. Observar al dirigente estatal y al coordinador de la bancada ser obligados a ofrecer una rueda de prensa para desmentir o negar esas acusaciones, es preocupante.
Miguel Ángel Monraz y Gildardo Guerrero no salieron a los micrófonos a responderle a sus adversarios políticos de oposición -sea PRI, PRD, PMC o PVEM-. No, salieron a responderle a sus compañeros Alberto Esquer, Víctor Sánchez y Guillermo Martínez Mora. La rueda de prensa tuvo dedicatoria exclusiva a estos tres legisladores que parecen estar más identificados con sus adversarios del Partido Movimiento Ciudadanos que con los principios a los que apelan en ocasiones de manera muy ligera.
No se trata de amordazar a esta tercia de panistas, pero lamentablemente tienen una debilidad exagerada por el protagonismo, por el exhibicionismo, por los micrófonos, las cámaras y las grabadoras, así como por su ambición para el 2015.
Y en el caso de su dirigencia, más lamentable es su tibieza, su deseo de no agitar el “avispero”, de su incapacidad para lograr la concertación en sus propias filas, para evitar que se le escurra lo poco que tiene con miras al 2015.
Quizás por ello están resignados a seguir viviendo de su historia…