Gilberto Pérez Castillo
Acusar a Jorge Arana Arana de drogadicto y a Arturo Zamora Jiménez de tener vínculos con el narcotráfico -como parte de la guerra sucia para ganarles en las elecciones y sin tener pruebas para sostener esas acusaciones- fueron dos botones de muestra de una práctica introducida en la vida política de Jalisco por el grupo político panista del actual gobernador Emilio González Márquez.
Tanto para ganarle a Jorge Arana la elección de Presidente Municipal en el 2003 como para ganarle a Arturo Zamora la de Gobernador en el 2006, la difamación ha sido parte fundamental de la estrategia de comunicación de los emilistas.
Pero no sólo Arana y Zamora han sido víctimas de estas prácticas propagandísticas: cualquiera que se oponga o que obstaculice o que critique desde los medios de comunicación a los intereses de este grupo ha sido víctima o será víctima de la difamación.
Así, y bajo la premisa de “difama que algo queda”, personajes de este grupo político se han dedicado durante más de ocho años a difundir mentiras de políticos contrarios -de otros partidos y del propio PAN-, de líderes sociales y de periodistas, sin importar que sean hombres o mujeres respetables.
Su modus operandi es sencillo.
A través de personajes que aceptan hacer el trabajo sucio directamente, o a través de cuentas falsas de correo electrónico o en las redes sociales, de manera cobarde y anónima, se difama a cualquiera que no se alinee a los intereses del grupo panista en el poder.
El propio Emilio González y Herbert Taylor han sostenido económicamente a personajes dedicados profesionalmente a la difamación.
Actualmente Fernando Guzmán Pérez Peláez y Alfredo Argüelles Basave -aspirantes panistas a las candidaturas de Gobernador y de Alcalde de Guadalajara respectivamente- también están echando mano de difamadores profesionales para combatir a sus oponentes y críticos.
Y aunque la difamación y la guerra sucia les funcionó en el 2003 y en el 2006 algunas cosas han cambiado: ya existe una reacción importante hacia esta práctica, que está dispuesta a desenmascarar a los difamadores profesionales y a los políticos que están detrás de ellos y los mantienen.