Gilberto Pérez Castillo

Luis Carlos Nájera, el secretario de Seguridad Pública del Estado acostumbra acudir a restaurantes acompañado de alrededor de una decena de escoltas, que hacen toda una ostentación de su presencia.

Colocados en los exteriores y alrededor de la mesa donde desayuna, come o cena el secretario, no les importa incomodar con su presencia a los clientes de esos lugares, que no tienen por que soportar la presencia de estos custodios apostados supuestamente para cuidar la integridad de su jefe.

Si la integridad física de Luis Carlos Nájera no está realmente en peligro, esta ostentación de la escolta no sería más que un exceso de prepotencia que su jefe, el Gobernador, debería ya corregir para que el secretario deje de ser una presencia desagradable en los centros de consumo.

Pero si es real el riesgo de que el secretario pueda ser víctima en cualquier momento de un atentado, resulta un grave acto de irresponsabilidad de parte de Nájera el que acuda a lugares públicos a consumir, poniendo en riesgo a muchos ciudadanos, que se estarían exponiendo innecesariamente a sufrir colateralmente algún daño en el caso de que un atentado contra el funcionario se concretara.