El Gobernador Emilio González Márquez y quienes junto con el tratan de justificar los casos de nepotismo en los que ha incurrido esta administración olvidan, tal vez a propósito, uno de los elementos en los que se sustenta la prohibición de que parientes de alguien con poder sean integrados a la nómina de su gobierno.
Este elemento es el de la equidad y trata de evitar que, en igualdad de circunstancias, un pariente de alguien en el gobierno sea preferido a otro ciudadano para obtener un puesto público o para ganar un ascenso.
Por supuesto que, con mayor razón, trataría de evitar que el pariente del gobernante sea beneficiado con el cargo o la promoción cuando sus capacidades son menores a las de otro aspirante al mismo cargo.
O sea que no se trata, como quieren hacerlo parecer Emilio y sus defensores, de darles el trabajo a los parientes y luego darles tiempo para que demuestren que sí pueden con el encargo.
En ninguno de los casos de nepotismo que hemos conocido el pariente llegó demostrando sus habilidades en un concurso por oposición ni tampoco los que alcanzaron ascensos lo hicieron midiéndose con otros aspirantes al mismo cargo.
Este es uno de los elementos más graves por los que se ha reglamentado el nepotismo.
Resulta claro que si los parientes del Gobernador y otros funcionarios del actual Gobierno se hubieran medido en concursos por oposición, para empezar con aquellos a los que sustituyeron, difícilmente hubieran demostrado tener las cualidades para ganar el trabajo.
También resulta evidente que a ningún ciudadano se le dio la oportunidad para que pudiera aspirar a los trabajos que ocupan ahora los parientes de nuestros gobernantes.
No hay que dejar de destacar, por lo tanto, que los parientes de Emilio González y de otros integrantes de su Gobierno están ocupando un trabajo y ganando un sueldo que otro ciudadano más capaz hubiera merecido.