Gilberto Pérez Castillo

Los funcionarios públicos son empleados de la gente, quien pone el dinero para pagarles sus sueldos, y no del funcionario que les da el nombramiento.

En el caso específico del ex Secretario de Finanzas, Oscar García Manzano, debe entenderse que él no trabajaba para Emilio González Márquez o para Herbert Taylor Arthur, sino para los jaliscienses.

Por eso Oscar García Manzano le debe una explicación clara a los jaliscienses de cuáles son las verdaderas causas por las que presentó voluntariamente su renuncia o le pidieron que la presentara.

De igual manera, el Gobernador Emilio González debe asumir que la nómina del Gobierno del Estado no la paga de su bolsa sino con dinero de los jaliscienses y que, por lo tanto, así como debió justificar los motivos por los que le dio el cargo de Secretario de Finanzas a Oscar García Manzano, ahora debe explicar cuales son las verdaderas causas por las que lo despidió o éste decidió dejar el trabajo.

Sobre la actuación del ahora ex Secretario de Finanzas pesan graves sospechas, que los jaliscienses tenemos derecho de aclarar satisfactoriamente.

Los donativos a organizaciones sociales de corte religioso, la macrolimosma de 90 millones al Santuario de los Mártires y la acusación de que obtuvo beneficios económicos al privilegiar a ciertas instituciones bancarias en la renegociación de las deudas del Gobierno del Estado y del SIAPA son asuntos que se deben aclarar a cabalidad y que no pueden archivarse y olvidarse simplemente porque García Manzano ya renunció.

Por supuesto que la explicación de que ahora el gobierno de Emilio González se dio cuenta de que se requiere un perfil más administrador en Finanzas es absurda e inaceptable.

Hasta ahora, con la información de que se dispone, existen tres posibles causas de la salida de Oscar García Manzano de la Secretaría de Finanzas.

1. La Confrontación. Como hasta el mismo Emilio González admitió, al interior del equipo del Gobernador había constantes y serias diferencias. Algunas de ellas involucraban a García Manzano, a veces en contra del Coordinador de Innovación Gubernamental, Herbert Taylor Arthur, y otras con el Secretario de Desarrollo Urbano, Sergio Carmona Ruvalcaba.

De ser ésta la causa, el hilo se habría roto por lo más delgado, y esa parte la representaba Oscar García Manzano.

2. La Mediática. Desde que se agudizó la crisis de imagen del Gobernador Emilio González Márquez, por la macrolimosna de 90 millones de pesos para el Santuario de los Mártires y las mentadas de madre, algunas voces al interior del equipo sugirieron sacrificar a uno o dos miembros del equipo de gobierno para tratar de calmar los ánimos de la opinión pública.

Si ésta fuera la verdadera causa, el gobierno panista estaría tratando de que Oscar García Manzano sea el chivo expiatorio de los errores de Emilio González y Herbert Taylor, y de que la opinión pública sacie con este despido sus ganas de ver cabezas rodando.

3. La Corrupción. Las acusaciones dirigidas desde el Congreso del Estado en contra de Oscar García Manzano son graves: se le acusa de haber obtenido beneficios al privilegiar a alguna o algunas instituciones financieras en la renegociación de las deudas del Gobierno del Estado y de algunas paraestatales como el SIAPA.

De haberse probado estas acusaciones, el Gobernador habría negociado con su partido y con la fracción parlamentaria panista en el Congreso local la salida de García Manzano, como una salida política que evite un escándalo y un daño mayor.