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Por Hugo Luna

Fue un triunfo anunciado. Se veía venir desde hace algunos días. La guerra sucia o campaña de contrastes, la soberbia de sus candidatos, la arrogancia de Eduardo Rosales presidente del PAN, las burlas y mentadas de madre de Emilio González al pueblo de Jalisco, fueron restando más que sumando.

Confluyeron diversas situaciones. El gobierno estatal y el PAN fallaron en su estrategia de colocar como eje de su campaña el tema de la guerra sucia, denostar al adversario no funciona, la gente ya no se chupa el dedo. Está harta de esas prácticas aldeanas.

A partir de hoy, algo tendrá que hacer la autoridad para enfrentar y hablar públicamente de  varios temas; antes que nada deberán extender la mano a los virtuales presidentes municipales, diputados locales y federales en un ánimo de resarcir los agravios que se gestaron durante el recién concluido proceso. Suena difícil, llevará su tiempo.

El asunto de la movilidad urbana y la reactivación económica de los sectores son asignaturas urgentes que el gobernador deberá tratar con los futuros alcaldes y legisladores.

Esta derrota es del ejecutivo estatal, del PAN y sobre todo, del grupo de Paco Ramírez Acuña.

El avance del PRI es evidente incluso se podría dar el caso de que perdiendo ganara. El voto nulo alcanzó más de 6 por ciento. Si no se entiende el mensaje enviado, la clase política de nuevo estaría jugando a no ver lo que es evidente, el rechazo y hartazgo.