Gilberto Pérez Castillo

A la dirigencia nacional del PRI no le costó mucho trabajó disciplinar a importantes figuras del priismo local a la hora de decidir la lista oficial de precandidatos a Diputados Federales.

Priistas importantes como Arturo Zamora Jiménez y Jorge Arana Arana, que se movieron para buscar las candidaturas a las alcaldías de Zapopan y Guadalajara respectivamente, ni siquiera levantaron la voz cuando desde arriba les llegó la indicación de registrarse como aspirantes a candidatos por una curul federal. Las justificaciones que dieron ambos, intentando explicar lo que en realidad es una simple muestra de imposición y disciplina, sólo se las creyeron ellos mismos.

Mismas muestras de disciplina dieron grupos poderosos como el de la Universidad de Guadalajara y el de Alfredo Barba Hernández.

Por el lado de los universitarios, Trino Padilla López, hermano de Raúl, se disciplinó cuando fue sacado de la lista de aspirantes a la Alcaldía de Guadalajara, y después cuando fue cambiado del distrito 12 al 8 como candidato a Diputado Federal.

Con los croquistas la muestra de disciplina no fue menor cuando tuvieron que resignarse a no ver al hijo mayor del Güero Barba, Alfredo Barba Mariscal, en las boletas del distrito 12 ni en ninguna otra.

Con estas pruebas de imposición y de poder para obligar a la disciplina, la dirigencia nacional que encabeza Beatriz Paredes Rangel les mandó un mensaje bien claro a quienes todavía aspiran a una diputación local y a ser candidatos a Presidentes Municipales y Regidores: las designaciones de candidatos las tomará la dirigencia y no habrá ninguna consideración para quien no acate las decisiones del partido, ni habrá presión que funcione para intentar cambiar las decisiones que habrán de conocerse a más tardar este fin de semana.

La desventaja para quienes no resulten beneficiados en sus aspiraciones es más que evidente: ninguno tiene la fuerza suficiente dentro del PRI como para poder obligar a la dirigencia nacional a cambiar sus decisiones.