Alfonso Javier Márquez

Desde hace mucho tiempo escucho declaraciones de diferentes personajes de la vida política y empresarial de que “urge la reforma energética”. Lo mismo escuché sobre las reformas de estado, de justicia, fiscal y electoral.

Además, en los medios de comunicación nunca faltó “opinólogo” o analista que lo dijera cuando de lo que en este país hace falta para avanzar en la transición a la democracia y la bonanza económica.

Es curioso, hoy que el presidente de la República y una parte del Congreso de la Unión impulsa una reforma energética, muchas de las mismas voces que exigían la reforma, están en contra de esta. El propio Andrés Manuel López Obrador es uno de ellos.

¿Falta una reforma sobre la operación de PEMEX?, definitivamente si. ¿Es esta la reforma necesaria?, quien sabe. Como ocurre en muchos otros campos, los debates estériles sobre los temas de la nación no solo cansan a los ciudadanos interesados en los asuntos públicos sino hartan a los poco informados o desinteresados.

Hoy, vemos a un presidente trabajando arduamente en cabildear con todos los sectores sociales la reforma y por el otro lado un hombre enloquecido oponiéndose a ultranza a la misma. Dos posturas que parecen opuestas y resumidas en pocas palabras: uno que dice que es lo que México necesita, que el petróleo es y será de los mexicanos y el otro que asegura que se quiere privatizar PEMEX y vender el petróleo de los mexicanos.

¿Qué pasaría si no hubiera reforma? El petróleo se está acabando y eso es un hecho. Cantarell, el pozo de donde sale el 60 por ciento del crudo que actualmente producimos está agonizando y no tenemos un plan “B” para cuando se acabe. La única solución es perforar nuevos pozos, pero el único sitio donde puede haber petróleo es mar adentro, en aguas profundas y México no tiene la tecnología para hacerlo. La Reforma energética permitirá que empresas extranjeras que si tienen la tecnología para ir kilómetros abajo del mar a perforar puedan ser contratadas por PEMEX y llevarse un porcentaje pequeño de las ganancias que genere la extracción. Pero el petróleo sigue siendo de los mexicanos.

Muchos pensarán: “¿y a mi que?, yo no compro petróleo”; yo pensaba lo mismo. El problema es de todos. Vivimos en un país donde la economía depende del Petróleo. Si el petróleo baja, el gobierno pierde ingresos y si no hay dinero, no se construyen obras, se incumplen programas como los de educación, o apoyo social y caemos en crisis; hay devaluaciones, inflación, desconfianza y fuga de inversiones y desempleo. Entonces, si nos afecta a todos.

Aunque persisten algunas dudas que tiene que aclarar Felipe Calderón, como las acciones para limpiar el poderoso y corrupto sindicato petrolero la reforma energética si hace falta y debe llevarse adelante. Incluso si se tratara de lo que mañosamente dice López Obrador, la privatización de PEMEX, recordemos lo que pasó con TELMEX, se privatizó, la empresa se modernizó, las tarifas bajaron y el servicio es hoy mucho mejor, ¿se acuerda cuanto tardaban para ponernos una línea telefónica y cuanto costaba?