Del total de ciudadanos que ayer acudieron a participar en la consulta popular para la Revocación de Mandato, nueve de cada diez se pronunciaron a favor de que el presidente Andrés Manuel López Obrador continúe en la presidencia, un resultado que a nadie sorprendió y que no se esperaba lo contrario.

Pero, por otro lado, del total de ciudadanos registrados en la Lista Nominal del Instituto Nacional Electoral, ocho de cada diez decidieron no acudir a las urnas, no participar, ignorar el llamado que reiteradamente desde Palacio Nacional hizo el propio López Obrador y que sus demás colaboradores, encabezados por el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, realizaron a lo largo y ancho del país.

Por eso la participación de los ciudadanos apenas si rozó el 20 por ciento, que significó alrededor de 17 millones de participantes de los 92.8 millones de quienes están anotados en la Lista Nominal del INE.

¿Cómo puede interpretarse esto? ¿Cómo un triunfo que festinan los morenistas y lópezobradoristas o como una derrota que destacan los antilópezobradoristas? Creo que, una vez más, este ejercicio es tan claro como aquello del “vaso medio vacío o vaso medio lleno”. Pero lo que nadie puede negar es que fue un fracaso porque estuvo muy lejos de lograr la participación del 40 por ciento para que fuera vinculante. Se requería la participación de poco más de 37 millones de ciudadanos, pero no lo hicieron 20 millones para llegar a concretarlo.

Tampoco puede negarse que ante la pobre participación ciudadana, triunfó la corriente que en los últimos días llamó a no acudir a las urnas bajo el argumento de que todo era una farsa, de que esta consulta estaba destinada a hacerle el juego a López Obrador en su afán por saber que la mayoría de los que acudieran estarían a favor de que se quedara en el cargo, cuando ante los resultados perdió poco más de 15 millones de votos de los 30 millones que lo llevaron a la presidencia de la República.

Y en este renglón, creo que no tiene razón de ser el que se haga la comparación de los casi 15 millones de papeletas marcadas a su favor, con los votos que en 2018 obtuvieron sus adversarios Ricardo Anaya y José Antonio Meade -12 millones y 9 millones, respectivamente-, porque en aquella ocasión estuvieron enfrentados diversos proyectos de gobierno, un modelo de gobierno, y en esta ocasión lo que se calificó fue precisamente ese proyecto, ese programa de gobierno aplicado por quien lleva ya tres años gobernando al país, y la respuesta ciudadana en mayoría fue de indiferencia al no participar, apostándole a que López Obrador fue electo por seis años y de que ese período es el que debe de cumplir.

En el caso de Jalisco fue el reflejo del país. Mientras el delegado de Morena, Favio Castellanos, estimaba anoche una participación de alrededor de 400 mil ciudadanos, hoy por la mañana se confirmó desde la “mañanera” de que fueron 550 mil 430, apenas un 9% del Listado Nominal de 6 millones 134 mil 265 ciudadanos. Pero, además, fue menos de la cuarta parte de la meta que Morena se había puesto lograr en cuando a la participación ciudadana, que era de 2 millones 453 mil 706, correspondiente a ese 40 por ciento necesario para ser vinculante.

¿Qué viene ahora? Seguramente este proceso realizado ayer domingo quedará en el anecdotario político del país ante la pobreza de participación ciudadana, como sucedió con aquella consulta para supuestamente castigar a los ex presidentes de la República. Los morenistas seguirán celebrando su pírrica victoria, mientras que los opositores seguirán cuestionando las acciones de gobierno como lo han hecho hasta ahora.

Y en el caso de Jalisco, quizás ahora muchos se estarán preguntando: ¿Y cuándo se someterá el gobernador Enrique Alfaro a una consulta de Revocación de Mandato como se comprometió a hacerlo al inicio de su gobierno y que quedó plasmado en aquel tuit que respondió y en el que dijo que sería el primer gobernador en el país que se sometería a esta figura?

Al tiempo…