Quiero creer que lo que se anunció como el arranque de campaña de Miguel Zárate Hernández como candidato del PAN a la presidencia municipal de Guadalajara no haya sido eso sino un simple acto simbólico de decir: yo también busco gobernar la capital de Jalisco.
Al igual que su compañero Miguel Ángel Martínez Espinoza que busca la gubernatura, Zárate Hernández comienza su tarea electoral cuesta arriba, en un escenario por demás complicado, donde si bien Acción Nacional quedó en la tercera posición como resultado de los pasados comicios del 2015, hoy su situación se complica ante la irrupción del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), pero particularmente porque la candidata de éste partido es la ex priista Claudia Delgadillo González, quien ya tiene camino andado en el trabajo político en Guadalajara.
Esto, por supuesto, sin considerar la fuerte competencia que representan los candidatos del PRI y del partido Movimiento Ciudadano, Eduardo Almaguer Ramírez e Ismael del Toro Castro, respectivamente.
Ver a Miguel Zárate sentado en el piso de la plazoleta del templo de San Francisco como su primer acto de campaña, en diálogo pleno con personas en situación de calle, me remontó a aquella imagen de hace seis años cuando el candidato del PAN a la gubernatura, Fernando Guzmán Pérez Peláez, inició su campaña, también al primer minuto del día programado para ello conviviendo en el mercado de San Juan de Dios con adultos en situación de calle, casi pordioseros, mientras sus adversarios lo hacían con grandes concentraciones o reuniones con otros sectores de la población.
En aquella ocasión, propios y extraños cuestionaron ese arranque de campaña del panista, y más tarde él mismo reconoció que no fue lo más afortunado ni adecuado y que quizás debió de haberla iniciado de otra manera, en otro lugar y con otro público. Y ello, como ahora, no significa que se pretenda ignorar la existencia, las necesidades y la problemática de ese sector de tapatíos en la calle sino que cada acto y discurso de campaña tiene un significado y un impacto para el electorado.
Hay quien consideró que al iniciar su campaña de esa manera, Guzmán Pérez Peláez lo hizo con el “pie izquierdo” del que ya no se pudo recuperar hasta quedar en un tercer lugar muy lejano de quien ocupó el segundo. ¿Podría ser éste el mismo destino de Miguel Zárate ante un inicio similar al del ex secretario general de Gobierno?
Por supuesto que Miguel es muy diferente a Fernando, son dos personalidades distintas de las que no se puede esperar el mismo resultado ante el electorado, pero sin duda que ante la situación desventajosa en la que se encuentra quizás lo que se esperaba era un arranque más contundente, que atrajera más la atención de propios y extraños, que desde el primer evento diera de qué hablar. Pero no, se decidió por replicar aquella escena de Guzmán Pérez en San Juan de Dios.
Resta esperar, pues, si deveras el PAN quiere ser un serio protagonista en la lucha electoral en Guadalajara o jugar simplemente un papel testimonial. Y eso, también mucho dependerá del propio candidato, Miguel Zárate Hernández.