¿Qué calidad moral puede tener para cuestionar el sueldo de otros quien desvergonzadamente disfruta de un préstamo ilegal por casi un cuarto de millón de pesos, gracias a las bondades de quien es su jefe?
¿Qué calidad moral puede tener quien se presenta como el “paladín” de las causas perdidas y exige que se abran los espacios públicos de los cotos privados a la circulación en general, cuando su propio padre lo “encuera” en redes sociales al exigirle a la autoridad moral que  abra la calle de un fraccionamiento privado para poder circular él por ahí?
Pues éste es un nuevo caso más del diputado alfarista del partido Movimiento Ciudadano, Augusto Valencia López, quien sin rubor alguno quiere saber si el auditor superior del Estado, Alonso Godoy Pelayo, ha cobrado el bono de servidor público cuando,  como ha quedado demostrado con pruebas documentales y oficiales del propio Congreso del Estado, él se benefició ilegalmente de un préstamo por 244 mil pesos, para lo cual obligó -por instrucciones de sus superiores-  primero a la Comisión de Administración, y luego a la mayoría del pleno, a modificar la ley que permitiera ampliar el fondo para dichos préstamos.
Quien se beneficia de la ilegalidad anda en busca de presuntas ilegalidades de los demás.
Augusto Valencia López se ha lanzado también a la aventura de presentar una iniciativa para que se liberen los espacios públicos en fraccionamientos o cotos privados, particularmente en lo que se refiere a la circulación vehicular. Pero esta iniciativa no fue impulsada por un afán de beneficiar a cientos de ciudadanos sino porque su padre, Francisco Valencia, no puede cruzar Valle Real como él quiere.
El ex presidente de la extinta Cámara de la Industria Metal Mecánica escribió en su cuenta de Twitter:
“@PabloLemusN No poder pasar por nuestra calle, la que cruza Valle Real, nos hace perder 45 minutos diarios a miles de automovilistas. Ábranla”.
Me imagino la escena: padre e hijo en la sala de la casa. El primero se queja que quisiera transitar por una de las calles de Valle Real para poder llegar a su destino, pero que por estar cerrada no puede, y que eso lo hace “perder” 45 minutos por el rodeo que tiene que hacer. El hijo le responde que no se preocupe, que para eso lo tiene a él que es diputado…
Y es así que por una queja de su padre, el diputado encarga a sus colaboradores -¿o deveras la redactó él?- que realicen una iniciativa sobre el tema, motivo de la queja de su padre.
Pero lo anterior es algo imaginario. Lo que no lo es, es lo que declaró Valencia López:
“Si quieren tener una calle privatizada que no afecte la movilidad y que sea de ellos, que la paguen…”.
Bien podríamos decirle al diputado que si necesita un préstamo, lo pida a la institución que se lo puede otorgar de manera legal, sólo que con el respectivo pago de intereses, y no que lo disfrute ilegalmente del erario público con los impuestos que pagamos todos los ciudadanos.
Así, pues, con pequeños datos nos vamos enterando que Augusto Valencia López es un diputado que gusta de legislar para satisfacer intereses familiares.
¿O qué ha hecho en beneficio de los habitantes del distrito seis en Zapopan que mayoritariamente le dieron su voto para que llegara al Congreso del Estado?
Seguramente nada, porque no se apellidan Valencia y López.