El último día de junio de 1987 el cardenal José Salazar López ofició su última misa en la capilla del Seminario Mayor, tras 17 años de estar al frente de la Arquidiócesis de Guadalajara. Le entregaba el gobierno de la Iglesia de Guadalajara a su sucesor ya fallecido Juan Jesús Posadas Ocampo.
Cuatro años después y un día -el 9 de julio de 1991-, Salazar López falleció a la edad de 81 años a consecuencia de un infarto. Hace una semana se cumplieron 25 años de la muerte de quien fuera el segundo Cardenal de Guadalajara y cuyas virtudes reconocidas por propios y extraños fueron la sencillez y la humildad.
Una semana antes de su fallecimiento, el cardenal José Salazar soñó su muerte. Esta es la crónica de lo sucedido en vísperas de su muerte, según me contó en aquella ocasión su chofer Raúl Loza Montes y que publiqué el 12 de julio de 1991, tres días después, en el periódico Ocho Columnas:
“Aquel jueves cuatro de julio -hace nueve días- el cardenal José Salazar López había amanecido triste, acongojado, comentó a su chofer Raúl Loza Montes.
” ‘Soñé que me había muerto’.
“Seis días después -martes 11- a las 8:15 bajó por su propio pie las escaleras de la Casa del Sacerdote para dirigirse al vehículo que lo llevaría al hospital. Ese día el cardenal Salazar López presentía que ‘era su día’, como lo confesó a uno de sus acompañantes.
“Tan presentía lo que el destino le deparaba que pidió al padre Jesús Vega -quien lo ayudó a salir de su casa-, que le aplicara los Santos Óleos, se despidió de él y le dio las gracias al igual que a la religiosa Raquel.
“Ya en el automóvil su chofer Loza Montes trató de tranquilizarlo, pero el Cardenal le repitió: ‘Hoy es mi fin, hoy es mi día… ahora.
“‘Durante el trayecto -recuerda Jesús Loza Montes, chofer del cardenal durante 27 años (desde 1965 a la fecha)- ,e dio las gracias por mis servicios, por el tiempo que le acompañé. También me encomendó que le diera las gracias al padre Rosario Ramírez, al padre Salvador Tello… luego empezó a encomendarse a Dios’.
“Loza Montes, oriundo de La Palma, Michoacán, conoció al cardenal Salazar López, y desde entonces trabajó con él, cuando llegó a Zamora como obispo auxiliar.
“Raúl Loza Montes rememora que durante mucho tiempo el cardenal se trasladaba abordo de un ‘Safari’ al que quiso mucho. Cuando en una ocasión éste vehículo se descompuso, le prestaron un “Crown Victoria” al que el cardenal se negó a subir y le pidió a Raúl Loza que solicitara un taxi ‘porque yo no me subo en ese automóvil’.
“Ya en el vehículo de alquiler le comentó a su chofer: ‘ ‘Cuando se descomponga el Safari pide un taxi, no me gusta subirme a otro carro porque ¿qué sentiría la gente al ver al pastor en ese vehículo y ellos tan pobres’ ?
“Muestra de su sencillez y humildad hay muchas. Los regalos que recibía se los daba a los sacerdotes, nunca traía dinero en la bolsa y duraba hasta cuatro años usando el mismo par de zapatos, aún y cuando estuvieran rotos de la planta…
“A lo largo de los 27 años que Raúl Loza le atendió como chofer, sólo en una ocasión le vio llorar. Sucedió a la muerte del papa Juan Pablo I, el Papa que el cardenal Salazar López eligió.
” ‘Tengo muy presente que cuando murió el papa Juan Pablo I… jamás ví al señor llorar, y ese día lloró cuando íbamos al Seminario’.
” ‘Pobrecito, cuánto sufrió por dentro’, fue lo que el Cardenal dijo al enterarse de la muerte de Juan Pablo I, a quien le había externado que era ‘urgente y necesario’ que visitara México.
“Días antes de su muerte, el cardenal Salazar López estaba muy feliz del nombramiento que recibió monseñor Posadas Ocampo. El 28 de junio, cuando el arzobispo de Guadalajara recibió el capelo cardenalicio, frente al televisor, el cardenal Salazar le dijo a su chofer:
” ‘Que gusto me da que el señor sienta esa dicha muy merecida. Le espera mucho trabajo en su Diócesis… y muchos problemas…”.