Bien dicen que “la ‘sangre’ llama”, y eso podemos aplicarlo al caso actual de los alfaristas y su tutor o mentor, Enrique Ibarra Pedroza.
Y cuando digo alfaristas me refiero concretamente a los siguientes: Enrique Alfaro Ramírez, Ismael del Toro y Alberto Uribe.
Bueno, quizás tenga que corregir y decir que los tres anteriores son ibarristas.
Hoy Ibarra Pedroza ha “adoptado” a los siguientes -estos sí-, alfaristas: Hugo Luna, Clemente Castañeda, Salvador Caro Cabrera y Germán Ralis.
No incluyo al regidor en Zapopan, Augusto Valencia, porque ni los propios ibarristas ni los alfaristas lo incluyen o toman en cuenta. Vamos, ni siquiera sus propios compañeros pemecistas en su fracción edilicia como Hugo Rodríguez, a quien podríamos incluir entre los ibarristas.
Todos ellos, los ibarristas, iniciaron su carrera política en las filas del PRI, pero renunciaron a él antes que su propio mentor. Hoy todos están reunidos, aglutinados en la oposición y desde ahí aquellos han avanzado políticamente y a quienes más tarde se les unió de tiempo completo el propio Ibarra Pedroza, tras concluir su paso por el obradorismo, impulsando en Jalisco la candidatura presidencial del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador.
Hoy Enrique Ibarra Pedroza, como presidente del Consejo Político del Partido Movimiento Ciudadano, sin estar afiliado a él, vuelve a tomar la “batuta” del que fue su equipo cercano en el PRI al que ahora se han sumado nuevos rostros que van desde hombres de izquierda como el diputado Clemente Castañeda hasta de derecha como el munícipe de Puerto Vallarta -y toda su pléyade de colaboradores-, Ramón Demetrio Guerrero, pasando por expriistas como Caro Cabrera.
Bueno, pues con estos antecedentes, hoy los ibarristas-alfaristas tuvieron que recurrir a la ayuda de su mentor para poner orden en lo que para muchos es la “joya” de su llegada al poder: la presidencia municipal de Puerto Vallarta, donde los panistas que gobiernan se han enfrascado en una “guerra intestina” que el ex candidato a la gubernatura, Enrique Alfaro, pretendió “apagar” sin éxito.
Así, en un hecho inédito dentro del pequeño grupo de ibarristas-alfaristas, Ibarra Pedroza fue designado (por decirlo de alguna manera para cuidar las formas políticas) como delegado del PMC en Puerto Vallarta.
Mejor dicho, Enrique Ibarra acude a Vallarta en calidad de “bombero” para tratar de poner orden entre sus muchachos “adoptados” y que aun no logran despojarse de sus antecedentes panistas, principalmente porque para nadie es un secreto que quien tiene el mando del grupo es el ex diputado Abraham González Uyeda.
Vamos, hasta a eso va Ibarra Pedroza a Vallarta: a impedir que González Uyeda mantenga el control de los panistas en el gobierno municipal.
O no entendemos entonces a qué va, si todo en Vallarta fuera “color de rosa” como algunos pretenden hacerlo creer.
Nadie duda de la capacidad y habilidad de Ibarra Pedroza para enfrentar casos como el que enfrentará en Vallarta, y a eso le apuestan los ibarristas-alfaristas, a que regrese a Guadalajara entregando buenas cuentas al grupo que él tutela.
Aun así, hay quienes advierten pesimistamente que no creen que la alianza de los panistas vallartenses con los metropolitanos ibarristas-alfaristas perdure los tres años de su gestión. ¿Será?