Julio César Hernández
Sólo así entendió Jorge Aristóteles.
El “golpe” que recibió ayer al mediodía al enterarse de que sus compañeros alcaldes metropolitanos estaban en Casa Jalisco con el gobernador Emilio González Márquez y que iban a revelar un acuerdo sobre movilidad, le dolió.
Lo agarraron fuera de lugar porque, como él mismo reconoció, no lo invitaron a la mesa. Y sus razones tendría el anfitrión para no convidarlo, razones en las que, por supuesto, estuvieron de acuerdo el resto de los invitados, concretamente los ediles. Vamos, ellos no fueron ajenos al desaire a Sandoval Díaz.
La reacción de Aristóteles cuando los reporteros le preguntaron que si no asistiría a Casa Jalisco fue de sorpresa, claramente demostró que desconocía reunión alguna y mucho menos las razones de la misma. Pero sobre la marcha entendió el “mensaje” y más tarde no le quedó otra que señalar que todo aquello que beneficiara a los ciudadanos era bienvenido… aunque a él no lo hubieran invitado.
Y para no quedarse fuera del “Tranvía” de la movilidad, aceptó subirse a él y acompañar mañana al gobernador González Márquez y a sus compañeros ediles a reunirse con los diputados federales para tramitar los recursos necesarios para emprender estas obras de vialidad.
El “coscorrón” para Aristóteles fue fuerte. Le dolió, insisto, pero como los chiquillos en la escuela, se aguantó y mandó una sonrisa, mientras por dentro estaba que lloraba.
Dicen que esta lección debió de aprenderla bien quien aspira a ser candidato del PRI a la gubernatura, y entender que con ese proyecto debe de modificar su actitud, su conducta y su decir, porque de otra forma seguirá siendo víctima de sus propios errores, en afán de no ver más allá del 2012.
¿Entenderá o volverá a las andadas cuando se le haya pasado el dolor?