Por Julio César Hernández

Una buena y una mala (bueno, medio mala) para el Congreso del Estado. La buena: el Tribunal Federal Electoral ratificó la designación de David Gómez Álvarez y Nauhcatzin Bravo Aguilar como consejeros electorales. La media mala: la Suprema Corte de Justicia dio entrada a la controversia constitucional del Ejecutivo sobre el incremento del 500% a las prerrogativas a los partidos políticos.

El Tribunal Electoral le dio la razón a los diputados que lanzaron la convocatoria y eligieron a los nuevos consejeros y dio un revés a los priistas que argumentaban a favor de los consejeros suplentes Eric Alvar García Hernández y Ruth Gabriela Gallardo Vega.

Definido, pues, el futuro del Instituto Electoral, ahora lo que toca es que el proceso electoral local que está por entrar en vigor, se desarrolle de la mejor manera posible.

Y este proceso electoral, por supuesto, será la gran “prueba de fuego” para Gómez Álvarez como presidente del organismo, pues su trabajo tendrá que ser implacable, de tal manera que acabe con el “sospechosismo” de que su corazón es blanquiazul.

Alejandro Elizondo Gómez, impulsado como presidente del entonces Consejo Electoral del Estado por el PAN, y José Luis Castellanos González, quien estrenó como presidente del Instituto Electoral promovido por el PRI, lograron sortear el reto de no parcializar su actuación a favor de sendos partidos.

Tanto Elizondo como Castellanos lograron salir avantes de los procesos electorales que les correspondió atender. No hubo queja alguna de parcialidad en su actuación, como tampoco en contra de ninguno de los consejeros con los que trabajaron.

Bueno, pues ahora es el turno de David Gómez Álvarez de emular o superar el trabajo de sus antecesores, luego de que su elección como consejero fue avalado por el Tribunal Electoral y la certidumbre campea en el Instituto.