El Fiscal General del Estado, Eduardo Almaguer Ramírez (PRI), y el Comisario de la Policía de Guadalajara, Salvador Caro Cabrera (MC), protagonizan un irresponsable y grotesco enfrentamiento ante los ojos de una sociedad que todos los días es víctima de la inseguridad y la delincuencia.
Poniéndose zancadillas uno al otro, dificultando la coordinación necesaria entre corporaciones, descuidando sus responsabilidades para dedicar tiempo a sus conflictos personales y partidistas, anteponiendo sus proyectos personales a los de la sociedad, Almaguer y Caro juegan con algo muy delicado y sensible: la tranquilidad de la gente.
El juego de ambos es muy sencillo y burdo: si las cosas se ponen mal en materia de seguridad en la capital jalisciense uno y otro se echarán la bolita para culpar al de enfrente de omisiones o ineptitudes; uno y otro saldrá a presumir cifras escogidas y arregladas a modo para decir que él sí está dando resultados y el otro no; y uno y otro saldrán a festinar cuando las cosas le salen mal a su contrincante político.
Ni Almaguer ni Caro tienen las condiciones de arrojar la primera piedra sobre lo que cuestionan a su respectivo rival, porque ambos tienen más características en común que diferencias:
– Los dos son políticos, no especialistas en seguridad pública.
– Ambos llegaron al cargo como el “peor es nada” de sus respectivos jefes, no porque fueran los perfiles idóneos.
– Ninguno ha dado buenos resultados, sólo se han limitado a manipular cifras para ocultar su ineficiencia.
– Ambos trabajan para los reflectores, puros asuntos mediáticos, no en los asuntos de fondo.
– Y los dos están usando sus respectivas corporaciones para buscar una candidatura en el 2018.
Es más, hasta el mismo origen priista comparten.
Ni a cuál irle.
Pero mientras Caro y Almaguer convierten a la sociedad y la seguridad en rehenes de sus intereses personales y partidistas, los robos, los asaltos, las lesiones y los homicidios siguen siendo el pan de cada día en la ciudad y el estado.
El pleito de Almaguer y Caro sólo beneficia a los delincuentes, pues mientras los responsables de la seguridad en Guadalajara y en el estado se la pasan peleándose, su conflicto impide la necesaria coordinación entre corporaciones, manda un mensaje de no cooperación entre sus subalternos y evita la urgente suma de recursos, estrategias y tácticas para prevenir y perseguir a quienes delinquen y agreden a los ciudadanos.
Si cuando las corporaciones trabajan unidas y coordinadas nos va como nos vas, ¡ahora con sus titulares enfrentados!
Y todo esto al parecer con la complacencia y hasta apoyo de sus respectivos jefes, el gobernador Aristóteles Sandoval y el alcalde Enrique Alfaro, que también parecen más interesados en el desgaste del otro y en las elecciones del 2018 que en la tranquilidad de los ciudadanos.