Julio César Hernández
Y miren qué curioso. Nuestros diputados, después de varios titubeos y hasta contradicciones, llamarían hoy a comparecer al auditor superior Alonso Godoy Pelayo para que explique lo que publicó sobre él un matutino local y cuyos hechos no están tipificados ni como dleitos ni como irregularidades.
Sin embargo, cierran los ojos y guardan silencio ante lo evidente que tienen enfrente.
Resulta que tienen trabajando ahí con ellos, concretamente muy cerca del coordinador de los diputados del PRI, Roberto Marrufo Torres, a dos funcionarios cuyos antecedentes dejan mucho que desear y que serían motivo suficiente para haberles dado las gracias en el momento mismo en que asumieron su cargo como legisladores.
Uno de ellos fue funcionario de la Auditoría Superior del Estado y denunciado penalmente por habérsele encontrado responsabilidad en el manejo irregular de las cuentas públicas de varios municipios del resto del Estado. Fue a parar a la cárcel. Al salir, fue contratado nuevamente en el Congreso y ahí está trabajando sin problema alguno… frente a los ojos de los diputados.
Otro fue despedido del propio Congreso del Estado por incurrir en actos de corrupción, pero luego fue recontratado y ahí continúa laborando en el Congreso sin problema alguno… frente a los ojos de los diputados.
¿Nombres? Dejemos que los diputados hagan su “chamba”, que investiguen y actúen en consecuencia, pues no queremos tener que decir luego que actúan sólo hasta que algún medio de comunicación publica lo evidente.