Gonzalo N. Santos, el político potosino de la era post revolucionaria, conocía bien los trucos para gobernar su estado y mantener el equilibrio con la Presidencia de la República: “convencer a los del centro que se es fuerte con los de la tierra natal y a los de la tierra natal que se es fuerte con los del centro”.
Sin duda la fórmula tiene aún una gran vigencia.
Convivir con el poder centralizante de la Presidencia de la República sin ser tragado ni minimizado, como le pasó al ex gobernador de Michoacán Fausto Vallejo, requiere tener fortaleza con la sociedad que se gobierna; y para tener condiciones de gobernabilidad con los propios gobernados se necesita que a uno lo crean fuerte con el poder presidencial.
Después de las elecciones del siete de junio, en las que el PRI perdió los principales gobiernos municipales y el control del Congreso del Estado, queda claro que el gobernador Aristóteles Sandoval atraviesa por una seria crisis política.
Luego de los resultados en las urnas, para el poder central no debe quedar duda de que el gobernador de Jalisco ya no cuenta con el respaldo de la mayoría de sus gobernados y de que ha ido perdiendo los hilos del control político en el estado. Estas condiciones, sin duda, debilitan ante la Presidencia a cualquier gobernador.
Y el poder presidencial, siempre está alerta para llenar cualquier espacio vacío o debilitado.
Pero el gobernador Aristóteles Sandoval tiene otro problema, sus gobernados en Jalisco creen que sus relaciones con el poder central son malas, que la Presidencia no los quiere a él y a su equipo y que hay personajes jaliscienses en la capital del país debilitándolo permanentemente en aquellos círculos del poder nacional.
Estas dos condiciones son las que crean el caldo de cultivo para que insistentemente corran los chismes de las malas opiniones que se tienen en la Ciudad de México del gobierno de Jalisco y los rumores de que Aristóteles no terminará su sexenio.
En realidad yo no creo que existan las condiciones políticas ni sociales para que pueda darse una sustitución de gobernador en Jalisco.
Sin embargo, haber roto la receta de Gonzalo N. Santos sí pone al gobernador y a su equipo en condiciones de debilidad que pueden despertar la ambición intervencionista del poder presidencial.
Nada mal le caería a Aristóteles Sandoval hacer algunas planas de la fórmula del “Alazán Tostado”: “convencer a los del centro que se es fuerte con los de la tierra natal y a los de la tierra natal que se es fuerte con los del centro”
Pero sobre todo, lo que le conviene es corregir lo que tenga que corregir para hacer que ambas convicciones estén sustentadas en realidades y no en simples campañas de publicidad.