Una de las noticias que la semana pasada ocupó uno de los principales espacios en los medios de comunicación fue la renuncia que el jefe de gobierno del Distrito Federal, Miguel Mancera, pidió a todos los integrantes de su gabinete con el propósito de evaluar a uno por uno y decidir quién se mantiene y quién se va.
Quienes saben de esto, explican que el fondo de la decisión de Mancera fue hacer una “limpia” en su gabinete de todos aquellos colaboradores que hoy juegan en otro terreno, entiéndase Morena de Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo. Esto es, ya defnidos los resultados del pasado domingo siete de junio y sabedores de quiénes gobernarán qué delegaciones del DF, ya no tiene sentido seguir “durmiendo con el enemigo”.
Esa, dicen, es la verdadera razón por la que Mancera pidió la renuncia a sus colaboradores; razón, reiteran, que se confirmará cuando se conozca quiénes se quedan y quiénes se van.
Algo similar hizo aquí el gobernador Jorge Artistóteles Sandoval días después de que el PRI perdió en Guadalajara, Zapopan y Tlaquepaque, así como la mayoría de las diputaciones locales en la zona metropolitana, pero de manera indirecta, a través de su jefe de Gabinete, Enrique Dau Flores, de quien dicen que no logró operar con éxito la instrucción de su jefe.
Y es que -como ya lo platiqué en alguna ocasión-, cuentan que la petición del Mandatario estatal fue que le solicitara la renuncia a todo el gabienete, entendiéndose que Dau Flores haría la convocatoria correspondiente a todos los colaboradores y transmitirles de voz propia y directamente la instrucción del Gobernador, pero no a través de un texto tipo memorándum y vía correo electrónico, no pidiéndoles entregaran su renuncia sino que siguieran su ejemplo de renunciar.
Obviamente dicho exhorto fue como una “llamada a misa”. Nadie siguió sus pasos. Nadie entregó su renuncia.
Por supuesto que el objetivo de Aristóteles Sandoval no era, o es, deshacerse de colaboradores que no son de su equipo, porque no tiene ese problema, sino de “refrescar” a un gabinete que, al parecer, no respondió a las expectativas que él puso en cada uno de sus integrantes. Dicen que él reconoce que no todos respondieron a su confianza y hubo quienes en ese sentido fallaron. Hubo quienes lo traicionaron. Así, de ese tamaño se coloca a algunos de sus colaboradores.
¿Hasta dónde serán, pues, los cambios en el gabinete? ¿Qué razones serán las que respalden la decisión del Gobernador cuando revele quiénes se van y quiénes se quedan? ¿Por eso es que se ha tardado la decisión? ¿Porque más que el trabajo analiza y valora la actitud de su gente? Seguro al tiempo lo sabremos.
Por lo pronto, esa es la gran diferencia entre lo que con éxito y con objetivos muy claros hizo Miguel Mancera y lo que aun no define y concreta Aristóteles Sandoval.