Mientras Dante Delgado Rannauro difundía un desplegado en el que anunciaba que “en Movimiento Ciudadano hemos decidido no participar en las elecciones para las gubernaturas del Estado de México y Coahuila porque son una farsa” (…), porque “los partidos en el poder se pusieron de acuerdo entre ellos para que todo siga igual” (…) y porque “el PRI va a entregar el Estado de México y a cambio se van a quedan con Coahuila”, aquí en Jalisco el gobernador Enrique Alfaro Ramírez acompañaba al presidente Andrés Manuel López Obrador, prácticamente codo con codo, a su encuentro con casi 2 mil 500 “servidores de la Nación”, quienes no dudaron en halagar al jalisciense con fuertes aplausos después de su discurso, según reportaron algunas crónicas periodísticas.

¿Por qué el gobernador Alfaro Ramírez aceptó acompañar al presidente López Obrador a su encuentro con quienes, en la práctica, desde el gobierno realizan el trabajo político de la cuarta transformación a favor de Morena? ¿Porque no se le puede decir “No” al presidente de la República? ¿Por qué López Obrador llevó a su “guarida”, la Base Aérea Militar, a quien por varios años fue su principal detractor y crítico, hasta que extrañamente un 14 de febrero del 2020 salió de Palacio Nacional “reconciliado” con quien eligió como su adversario político en su proyecto por construir una eventual candidatura presidencial? ¿Acaso porque quiso enviar un mensaje contundente de que tenía “en sus manos” a un sector de Movimiento Ciudadano, nada menos que al alfarismo que gobierna el principal bastión emecista? O pero aún, de que mientras Dante Delgado lo criticaba públicamente, él tenía “en la bolsa” a los dos únicos gobernadores de MC, luego de que Samuel García, mandatario de Nuevo León, prácticamente se deshizo en agradecimientos por apoyar la llegada de Tesla a su estado.

De lo que estoy seguro es que la invitación de López Obrador a Alfaro y la aceptación del gobernador a la invitación del presidente no fue una mera cortesía, sino un gesto con un alto contenido político que no creo que el gobernador lo haya ignorado.

Vamos, una vez más reitero: En política no hay coincidencias…

Con estas escenas en Nuevo León, primero, y posteriormente en Jalisco, pierde toda credibilidad el desplegado de Dante en el que “denuncia” que existe un “pacto evidente” entre Morena y el PRI para repartirse Coahuila y el Estado de México, y que “se va a demostrar que la única alianza es la del PRIMOR”, pues por un lado es evidente que Movimiento Ciudadano es prácticamente inexistente en ambas entidades, y que no obstante que se presenta como la “tercera vía” en el país, en estos dos estados lo único que haría es el ridículo ante la mínima preferencia electoral; y, por el otro, el hecho de que su candidato en el Estado de México, Juan Zepeda, a quien le arrebataría votos sería a la candidata de Morena, Delfina Gómez, al tener su fuerza electoral al oriente del Estado de México.

Creo que Juan Zepeda tiene más votos por sí mismo que su partido, en el Estado de México.

Nadie le ha creído a Dante su argumento de que no participarán en las elecciones de Coahuila y el EdoMex por un presunto acuerdo entre Morena y el PRI, sino porque es tan pobre su presencia en los dos estados que quizás concluyó que lo mejor era no estorbar. Basta recorrer las últimas encuestas difundidas sobre las elecciones en estos dos estados:

Mientras en el Estado de México algunas encuestas le dan el 4% de preferencia ciudadana, la más reciente de Mendoza Blanco y Asociados le otorgó 10 puntos, contra 53 de Morena. Poll.Mx le dio un 8% contra 53 de Morena y 38% de la Alianza. En Coahuila, una encuesta de El Universal le daba a MC el 0.2%, contra el 26% de Morena y el 42.5% de la Alianza. Y por si eso no fuera suficiente, el 28 de febrero el portal La Silla Rota y la empresa Enkoll, daban a conocer que apenas el 4% de los ciudadanos en el país se identificaban con Movimiento Ciudadano, contra el 44% de Morena, el 14% del PAN y el 10% del PRI.

Esta es la verdadera razón por la que Dante Delgado habría decidido no arriesgar al ridículo a su partido Movimiento Ciudadano, pero no pocos piensan que con ello tampoco quiso estorbarle a Morena, al tiempo que el presidente López Obrador “chiqueaba” a sus dos gobernadores “naranjas”: Alfaro y Samuel.

Quizás por alguna buena razón los casi 2 mil 500 morenistas “servidores de la Nación” aplaudieron efusivamente al gobernador Alfaro. Si, por alguna “buena razón”.

Y si no, al tiempo…